Sospechosos sondeos electorales

            La única encuesta que tiene valor real es la de las urnas, la de los votos efectivos de los ciudadanos. Sin embargo, los ciudadanos observan cómo proliferan diversos sondeos o encuestas de intención de voto y de valoración de los líderes políticos que, en general, merecen poco crédito. Aún más: los ciudadanos suelen relativizar mucho los sondeos, a diferencia de los partidos políticos, que dan gran valor a las encuestas propias y relativizan a su vez las que hacen los demás partidos políticos. La cita electoral cada cuatro años parece suficiente para los electores, que perciben en esa multiplicación de sondeos intereses partidistas y un gasto innecesario.

            Se tiene la convicción de que los partidos políticos están continuamente elaborando sondeos, y no se dan a conocer a los ciudadanos los que no interesan al partido en cuestión. Sólo se dan a conocer los que benefician los intereses de un partido, y eso ya es un vicio radical para que los ciudadanos otorguen algo más de valor a las encuestas. Por otra parte, los partidos políticos contratan a una empresa, y siempre queda la sensación de que es una empresa que “trabajará” el sondeo procurando que deje contento al que paga la encuesta, es decir, al partido político que hace ese gasto.

            ¿Cuándo se elaboran las encuestas? Cuando el partido político valora que es el momento en que más le interesa. Además, los ciudadanos saben que las encuestas “se cocinan” de muy diversos modos, con preguntas a veces confusas, y escondiendo preguntas que interesarían a los ciudadanos, pero que puede no interesar al partido político que la encarga.

            Un detalle que confirma lo anterior es que rara vez se detalla el  criterio con el que se ha elegido a los encuestados, por provincias, edades, profesión, etc. Los partidos lo justifican diciendo que tanto detalle no interesa a los ciudadanos, pero es una excusa para no facilitar esos datos, y la desconfianza de los ciudadanos aumenta.

            Si se suman estos elementos para desconfiar de las encuestas – imparcialidad de la empresa que lo lleva a cabo, momento, criterios para seleccionar a los encuestados y tipo de preguntas realizadas -, el resultado es un escepticismo lógico de los ciudadanos hacia estas encuestas de los partidos políticos.

            Un ejemplo concreto y reciente de una encuesta es la que dio a conocer hace unos días el partido socialista valenciano, el PSPV, según la cual el hipotético tripartito PSPV-Compromís-Esquerra Unida tendría una holgada mayoría absoluta, mientras que el PP sufriría un descalabro muy considerable que, ni siquiera con los diputados previsibles de UPyD, le llevaría a perder la Generalitat.  Parece una encuesta para hacer inevitable un tripartito, y eso habrá que verlo en mayo de 2015.

 
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