Los errores de Albert Rivera

Un Gobierno donde no está Ciudadanos ni lo apoya, con Podemos sosteniéndolo sin estar en el Consell.

La aritmética es tozuda. Además, Podemos excluye totalmente un acuerdo con Ciudadanos, y a la inversa. ¿Por qué dio el paso Albert Rivera de pactar con el PSOE, sumando sólo 130 escaños, sabiendo que no iba a ninguna parte?

Muy probablemente Rivera se sintió atraído por el “canto de sirena” de presentarse como copiloto del cambio en España, dejándose utilizar por Pedro Sánchez para decir que presentaban su candidatura a la investidura con unos pocos escaños más que el PP, cuando en realidad era una ficción, un flirteo. Error de inexperiencia, bisoñez política o de vanidad política mal disimulada ni digerida.

Las intentonas de Ciudadanos en estos cuatro meses tras el 20-D, los cambios de postura respecto a su programa y declaraciones previas a las elecciones generales, han mareado a los propios votantes de Ciudadanos, en una buena parte desencantados en sólo cuatro meses de “intentos”, maniobras y acercamientos.

La explicación es que le ha podido a Albert Rivera el papel de “emergente”, sin evaluar su capacidad real. Le ha movido más el afán de protagonismo que la coherencia, y eso le pasará factura en las elecciones del 26-J. Un senador me comentaba su impresión en febrero de que Rivera hasta podría intentar ser él el presidente del Gobierno, con el apoyo de PP y PSOE.

Ciudadanos tiene los problemas de un partido que ha crecido muy rápido, debido al hartazgo de los españoles hacia los principales partidos políticos, el PP y el PSOE. Sus problemas son de crecimiento – y eso no suele ser mala noticia necesariamente -, pero sobre todo de los vaivenes que ha provocado Albert Rivera en estos meses posteriores al 20-D.

Parece inevitable una repetición de las elecciones generales, el próximo 26 de junio, y Compromís ha hecho una propuesta a PSOE, IU y Podemos, para llegar a un gobierno de izquierdas: contrapropuesta del PSOE, y negativa de Ciudadanos, todo en un alocado martes 26 de abril. Unas elecciones que nos costarán 135 millones.

Era previsible una intentona de los partidos de izquierda para intentar llegar a un acuerdo a última hora, con precipitación y para aprovechar los nervios del final del tiempo reglamentario.

Ciudadanos sigue jugando a la ambigüedad, para apoyar al PSOE o al PP según en qué ámbitos, pero desde el principio se alineó con los socialistas para formar Gobierno. Eso le interesaba a Pedro Sánchez, pero no a Rivera, que ha recogido muchos votos desencantados con el PP, entre ellos muchos jóvenes.

 

Se equivocó Albert Rivera al ofrecerse a formar parte del Gobierno hace unos días, cuando en su programa dejó claro que no lo haría si no ganaba las elecciones. Pero su error mayor, por lo que indica de volatilidad y superficialidad, fue proponer en la recta final un presidente del Gobierno independiente, gobernando PP, PSOE y Ciudadanos. Una fórmula “a la italiana”, que no funcionó en Italia, y al final del recorrido Rivera se saca de la chistera esa solución. Su cacareado “centrismo” le ha mareado y ha desconcertado.

Ciudadanos tiene graves problemas en su partido, como estamos comprobando, por el “aluvión” de gente que se ha afiliado o presentado por ira, afán de cargos u otras motivaciones, entre las que desde luego hay una parte que quiere sinceramente otro modo de hacer política.

La limpia es muy necesaria en Ciudadanos, y lo reconocen sus propios líderes. Pero Albert Rivera debía haber visto que con las izquierdas no tenía sitio: es la realidad. Su repetido centrismo no cuadra si no se acerca al PP, calibrando los pasos y las condiciones, y con auténtico sentido de Estado, por supuesto a la vista de los resultados que arrojen las urnas el 26-J.

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