El final de Mónica Oltra

Mónica Oltra.
Mónica Oltra.

En cualquier país democrático ya hubieran dimitido, o se les hubiera cesado, Alberto Garzón y Mónica Oltra: el primero, por hablar de que la carne que exportamos no tiene calidad; la segunda, por ocultar la denuncia de abusos sexuales de una menor por parte del marido de Oltra, en un centro tutelado de la Generalitat Valenciana, siendo  un “educador”.

Ya sabemos que es habitual en España aferrarse al sillón y al sueldo. Dimitir, ni hablar, ni por una gestión nefasta ni por infracciones éticas. ¿Ética? Sí, existe o debería existir, pero nuestros políticos aplican la ley del “mamporrazo” al contrario, o “vosotros también lo hicisteis”, o el infantil “y tú más”. Así las cosas, mucho más lejano es el cese, claro.

Muchos se preguntarán cuántos del actual Gobierno de España deberían haber dimitido ya. Me refiero a voces que no pertenezcan a ningún partido político, intentando una objetividad alejada de la pelea política. Atender a nefasta gestión o falta de ética llevaría a incluir a Pedro Sánchez, en primer lugar, sólo por su desastrosa gestión de la pandemia, con todas sus consecuencias: se puede hacer peor, pero es difícil.

Siguiendo con el Gobierno, habría debate sobre Nadia Calviño y la gestión de la economía, Marlaska, el mencionado Garzón… Todos ellos saben que Pedro Sánchez es prisionero de muchos pactos, algunos desconocidos, y ahora se centrarán en llegar a las próximas elecciones generales lo mejor posible, sabiendo que Sánchez volverá a pactar con quien haga falta para seguir en la Moncloa.

En este clima, causa perplejidad la figura de Mónica Oltra. Francisco Camps, siendo presidente de la Generalitat Valenciana, sufrió la agresividad parlamentaria de Oltra, con camisetas alusivas, y ahora le ha respondido con un ‘tuit’ que recoge la costumbre de las camisetas de Oltra, aludiendo a la que se podría poner algún diputado valenciano por la gestión de los menores tutelados. Y Camps dimitió por unos trajes.

A la cabeza de la falta de ética en la gestión – y se verá la responsabilidad, también económica, de la dejadez de la Consellería de Igualdad, que dirige Mónica Oltra -, la menor tutelada que sufrió los abusos del marido de Oltra: la joven habló con la directora del centro y tres empleados de la Consellería, pero todos callaron y le amenazaron incluso. La joven le acusa de “ocultar” la denuncia, y está sufriendo “venganza”, según sus propias palabras.

El Síndic de Greuges (Defensor del Pueblo valenciano) reconoce muchas trabas al investigar la gestión de los centros de menores tutelados. La oposición ha obligado a Oltra a que comparezca en las Cortes Valencianas la semana próxima para dar la cara. Europa también está investigando. El PP ha pedido por tercera vez una comisión de investigación en el parlamento valenciano, y Pablo Casado ha exigido responsabilidades.

Sin embargo, Oltra ha anunciado que no se arrugará en las Cortes. Eso lo sabíamos todos. Habrá que ver si vuelve a utilizar armas que le son familiares como llorar, presentarse como víctima de una oposición cruel e incompetente, o reclamar los reiterados aplausos del tripartito PSPV-Compromís-Podemos. Veremos si su habilidad dialéctica eclipsa a otros en esa cuestión, algo que parece muy difícil.

Ni dimitirá ni Puig le cesará. Si Puig le cesara en un acto de dignidad ética, sabe que eso supondría adelanto electoral. Y con Mónica Oltra enfurecida. Un resultado muy incierto el que habría, pudiendo dar paso a un gobierno autonómico de PP (que sigue creciendo de la mano de Carlos Mazón) y Vox.

 

Agotar la legislatura es la única opción que contemplan Oltra y Puig. Otra cuestión es lo que hará Mónica Oltra: si optará por la operación del Frente Amplio de Yolanda Díaz, con o sin Compromís, o repetirá de nuevo como número 1 en Compromís.

El portavoz de Compromís en las Cortes Valencianas, Fran Ferri, ha abandonado su escaño hace unos días para volver a su trabajo profesional.  La nueva portavoz,  Papi Robles, ha eludido confirmar a la vicepresidenta – y consellera, y portavoz de la Generalitat – como cabeza de cartel para las próximas elecciones, con un “ya se hablará”.

Las redes sociales están que arden contra Mónica Oltra por los abusos sexuales a menores. Tampoco hay que descartar que se canse, reconozca que algo de razón hay en el clamor de que dimita – o no repita -, y que vuelva a su trabajo como abogada. Pero esto, hoy por hoy, parece una hipótesis muy improbable, en una persona con falta de autocrítica. El final político, como la vida, no está escrito.

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