Los indecisos ante el 20-D

Junto a la presencia de los partidos emergentes Ciudadanos y Podemos, el alto número de indecisos en estos momentos aumenta la expectación.

El hecho de que un tercio de los votantes se muestre indeciso en estos momentos tiene su lógica, por cómo llegan los partidos a las elecciones. Un PP desgastado por el gobierno de la crisis más dura que ha habido en España, un PSOE desorientado y con falta de liderazgo, un Ciudadanos que se presenta por primera vez en unas generales y con una dosis de “aire nuevo” que ya ha aportado en las autonómicas, y un Podemos que desconcierta con su novedad y mutaciones permanentes.

En definitiva, el clásico bipartidismo español está en jaque, y todo parece indicar que habrá que ir a pactos de gobierno con las nuevas formaciones políticas. Aunque algunos siguen opinando que una coalición de gobierno PP-PSOE sería la opción mejor para el país, pero eso es pensando que no estamos en España, porque se presenta como una quimera, y en todas las encuestas se rechaza.

La pregunta clave es cómo pueden decantarse los que ahora se muestran indecisos. O lo que es casi lo mismo, el voto oculto en este caso cómo va a influir, por dónde puede saltar la sorpresa.

No hay que descartar que la sorpresa venga por el PP, con un resultado mejor de lo que pronostican los diversos sondeos o encuestas. La “triple E” del PP - experiencia, economía y empleo – puede atraer a no pocos indecisos, sobre todo al comparar con otros partidos políticos.

Los buenos datos de empleo en noviembre favorecen al PP. Por otro lado, el eslogan de campaña de los “populares” puede llegar más de lo que parece, con ese “España en serio”. Y Rajoy lo está explotando, por ejemplo al afirmar que no es bueno que presida el gobierno de un país quien no ha sido ni siquiera concejal: de un plumazo lanza a los demás candidatos el dardo envenenado de que son unos aprendices.

Rajoy no acudió, ni nadie del PP, al debate de “El País”. Al final, esa decisión puede beneficiar a Rajoy, en su línea de debatir con el líder de la oposición únicamente, ofreciendo a los españoles como una competición de primera división – PP y PSOE – y una de segunda división, a la que han “ascendido” recientemente unos jóvenes como Albert Rivera y Pablo Iglesias, que se manejan bien en los platós pero que carecen de equipos fiables.

Me lo comentaba recientemente un líder de Ciudadanos: “somos conscientes de que casi un tercio de los militantes que tenemos son advenedizos, buscando medrar porque no lo han conseguido en otros partidos, y está claro que con la rapidez con que estamos creciendo habrá que hacer una limpia”. Una confesión en toda regla, que a la hora de la verdad pase factura el 20-D, o simplemente contenga su crecimiento, porque las bases son endebles y poco fiables.

Los indecisos, en mi opinión, se decantarán en su mayoría por el PP o, en segundo lugar, por el PSOE, los partidos de siempre, ya que perciben que las elecciones generales son las “de verdad”, lo que influye en la vida. En las municipales o autonómicas influyen más los sentimientos o el hartazgo, pero arriesgar el crecimiento económico o la creación de empleo a líderes recién llegados tiene una elevada dosis de incertidumbre.

 

Los jóvenes que ahora están indecisos, incluidos los que votan por primera vez, pueden decantarse por Ciudadanos o Podemos. Rajoy sabe que su caladero de votos está en las personas de mediana edad y mayores.

Por todo ello, lo más probable es que el PP sea el partido más votado, seguido del PSOE. En tercer lugar, Ciudadanos, y en cuarto Podemos. El PP puede sacar mejores resultados de lo que arrojan las encuestas y tendrá que saber pactar con Ciudadanos.

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