Periodistas en apuros

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Redacción de Confidencial Digital.

Voy leyendo, despacio, el libro de Ricardo Estarriol “Un corresponsal en el frío”, Memorias de 40 años entre España y el Este de Europa. Estarriol (1937-2021) fue corresponsal en Viena del diario ‘La Vanguardia’ durante 38 años, primer periodista acreditado en el Este de Europa en la época comunista. Fue un gran profesional, con un periodismo riguroso de estar, ver y contar: datos y hechos. Fiel siempre a ese estilo, como pude comprobar en viajes que hizo a España y cuando estuve en Viena con él.

El pasado lunes, 24 de enero, se celebró la fiesta de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas, e inevitablemente me vienen ideas y experiencias de Ricardo Estarriol, del que tanto se puede aprender. Recomiendo su libro a quien desee acercarse o profundizar en el periodismo, y a quien quiera conocer lo que sucedió en esas décadas en la Europa comunista. Su compromiso con la libertad y los derechos humanos, en definitiva con la verdad como cristiano y como periodista, le da al libro un atractivo fantástico, que tampoco pasó desapercibido a los ojos de los servicios secretos tras el telón de acero.

Una colega escribió un ‘tuit’ el lunes: “solo le pido a nuestro santo patrón que la opinión no fagocite a la información, que la prisa no venza a la calidad y que no todo el que sepa conjugar un verbo crea que es periodista”. ¡Retos nada fáciles para todos, no sólo para los periodistas!

Para tranquilidad del lector de estas líneas, los más críticos con los periodistas somos nosotros mismos, porque cada día comprobamos carencias, limitaciones y una larga retahíla de intereses para que únicamente se conozca una parte de la realidad y se maquille o esconda lo que perjudica a una institución, cargo público, sindicato, partido político, entidad, o corriente cultural. Pero siempre queda la búsqueda personal del rigor y la calidad, como hizo Estarriol,  sin caer en el desánimo e intentando la excelencia periodística, como sucede en tantas profesiones. El periodista siempre estará en apuros.

Contrastar las fuentes, escuchar diversas versiones, evitar el ‘copiar y pegar’ notas de prensa, no confundir lo que es noticia con el sensacionalismo, respetar la intimidad, no limitarse a ruedas de prensa: son ingredientes para un buen periodismo, sin pactar con la mediocridad o con el ‘todos (casi) lo hacen’. Estarriol se movió en el polo opuesto: investigación y búsqueda permanente para conocer una realidad que se quería esconder sistemáticamente.

Reconozcámoslo: muchos no quieren la información o la comunicación, sino la propaganda y todo cuanto confirma la propia opinión o posición.  La verdad y la objetividad se pide, se exige, a los demás: en lo personal se opta por lo cómodo y los intereses personales. Forma parte de la condición humana, no sólo del periodismo.

¿Malos tiempos para el periodismo? Sí, y no, porque el periodismo siempre ha encontrado trabas y zancadillas, y las doy por seguras en el futuro. Simplemente porque informar con rigor y profundidad molesta a poderes políticos y económicos, dictadores culturales que quieren imponer su modo de pensar y en la práctica niegan la libertad. El periodismo, para crecer y madurar, necesita la libertad como el oxígeno. Sigue siendo una profesión para personas luchadoras, y lo seguirá siendo.

Es innegable la percepción negativa que tiene la sociedad sobre los periodistas. Admito muchas de las críticas que se nos hacen. Sin embargo, vayamos a las causas de este desprestigio, planteando  algunos interrogantes.

Se pide calidad, rigor, objetividad, pero se presta más atención a la violencia que al razonamiento, se muestra más interés por lo frívolo o anecdótico que por lo que analiza cuestiones educativas o familiares. Todavía más ahora con las redes sociales se busca el ‘impacto’ más que la noticia analizada, el chiste o el rumor más que la información, lo podrido más que lo constructivo.

 

El periodista tiene un jefe, y el jefe depende de la publicidad y de la propiedad ¿cómo lograr ser libre y objetivo? El periodismo no es profesión para débiles ni tampoco para obtener una buena posición económica. Es para inconformistas que, viendo la realidad, se deciden a publicar lo que molesta a alguien, aunque ha de hacerse con habilidad para que no le hagan la vida imposible los enemigos de la libertad. Ni héroe ni mártir: el periodista es muy frágil,  con obstáculos de todo tipo, que no deben acabar con una alta dosis de ilusión. Gabinetes de comunicación y marketing comunican de otro modo, con fines distintos.

Ante el aluvión actual de información, de calidad desigual, no todo el mundo es periodista por retuitear o publicar en Facebook. Precisamente ahora es más necesaria la profesión periodística, para contrastar fuentes y contextualizar. Hay excelentes profesionales, auténticos supervivientes en medio del tsunami de la crisis laboral y de transformación de los medios.

La sociedad ha de optar entre la calidad o la mediocridad. Por supuesto cada medio de información ha de plantearse su identidad y posibilidades viables de calidad, para que los periodistas escuchen, vean y cuenten. Ricardo Estarriol viajó mucho, a Moscú, Praga… y así pudo contar al mundo unas realidades secretas y repletas de desinformación. Su ingente trabajo como corresponsal es irrepetible, pero queda su modo de trabajar, inconformista, valiente y riguroso.

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