Contra los piratas

Las reacciones de los lectores ante un artículo u otro son bastante imprevisibles. A veces, nos parece que los políticos merecen una atención prioritaria, y los lectores casi "pasan" de lo que escribimos o decimos.

En otras ocasiones, artículos sobre cuestiones de la vida cotidiana acaparan más la atención de los lectores que los pesados análisis económicos, los cosméticos debates de los políticos o la superficialidad de la vida de los que denominamos "famosos".

Hace una semana, publiqué en este diario "Piratas en la Red" y de los lectores me han llegado diversas preguntas, sugerencias o simplemente dudas acerca de cómo defenderse con eficacia del pirateo existente en la Red, porque los hechos son incluso más abundantes de lo que exponía en mi columna, y hay una cierta sensación de impotencia, mareo e incertidumbre, con repercusiones en los bolsillos de los sufridos ciudadanos. ¡Y los bolsillos sí que interesan a la mayoría de las personas!

Es evidente que la primera arma de todo ciudadano es no comprometerse a nada por teléfono ni dar datos que puedan propiciar el "saqueo", como por ejemplo no facilitar ni número de cuenta corriente ni tarjeta de crédito aunque sea sólo para enviar una oferta. Lo que algunos entienden por teléfono que es una "oferta" es una auténtica "caza", pues ciertas empresas graban la conversación, y ahí suelen empezar los problemas. Ante el aluvión telefónico de ofertas variopintas de seguros, publicidad o cursos de todo tipo, lo mejor es pedir todo por escrito y no dar conformidad a nada, hasta que llegue por escrito.

En segundo lugar, cuando llega por escrito alguna oferta, es fundamental leerse la "letra pequeña" de los posibles contratos de telefonía móvil, servicios periódicos de asesoramiento o mantenimiento.

Hay que estar muy atento a la "letra pequeña", pues está produciendo grandes disgustos. En efecto, muchas empresas elaboran un interminable elenco de condiciones, y hay que estar muy atento a la permanencia, duración y modos de aceptar unos servicios. Para colmo, muchas empresas redactan una prolija lista, con términos a veces no comprensibles por un simple usuario, y por supuesto en letra muy pequeña, que inconscientemente casi hace desistir de su lectura, pues hace falta una "lupa", y no es exageración.

Puede suceder que, pese a todas estas medidas de prudencia, nos encontremos con la desagradable sorpresa de que cargan en nuestra cuenta corriente un gasto que nos sorprende. Si se produce un cargo en la cuenta corriente que no estamos de acuerdo, hay que actuar con celeridad en el banco o caja correspondiente, dando la orden de devolver ese recibo, pues sólo hay unos días para optar a esta decisión.

Y no hay que descartar la correspondiente denuncia a la Guardia Civil o a la Policía, que en bastantes casos sirve para desenmascarar redes de piratas, y además para recuperar el dinero, que no es estímulo desdeñable para "pelear" con los piratas.

Queda el último recurso de acudir a un abogado, pero supone un gasto que es desproporcionado para un "pequeño" robo, y los piratas basan su actuación en miles de pequeños robos para que los afectados no acudan a los tribunales. Además, todo el mundo sabe que esta vía es larga en el tiempo e incierto que se recupere el dinero. Los piratas lo saben.

 
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