Zapatero no hizo la ‘mili’

Zapatero no hizo la mili y eso se nota. En octubre de 1983, el jefe del Ejecutivo fue contratado por el departamento de Derecho Constitucional de la Universidad de León. Entró como profesor asociado de Derecho Político, y las sucesivas prórrogas que solicitó por motivos académicos le permitieron librarse del servicio militar obligatorio.   No es que uno recuerde con especial entusiasmo sus nueve meses de servicio a la patria, pero aquellas jornadas de guardias nocturnas en las garitas exteriores del cuartel ofrecían, por ejemplo, una excelente ocasión de gozar de largas horas de soledad y sosiego, inmejorable momento para repensar muchas cosas. Horas a solas con el viejo fusil de asalto CETME que te habían asignado, la compañía de las estrellas y, a lo lejos, las luces de la ciudad.   A veces, lo que parece faltarle a nuestro presidente son precisamente horas de reflexión. O quizá lo tenga todo muy pensado. Hasta el doblez. Y, así, esa pose de hombre bienintencionado que no ha matado ni una mosca sería sólo un disfraz. El disfraz de Bambi. Pues resulta sorprendente de lo que ha sido capaz este lindo cervatillo.   Ha logrado mantener a raya al mismísimo Felipe González, que ahora hasta escribe artículos en El País sobre las atrocidades del PP mientras traga quina en privado sobre las imprudencias del actual líder de su partido. Milagro, milagrito.   Ha logrado atar junto a sí al eficaz Pedro Solbes, economista con prestigio en Europa que ha aguantado carros y carretas para decir lo que su amo quería, leer las cuentas por la vertiente oportuna, y aflojar la pasta cuando el caso lo ha requerido, o sea, cuando los sindicatos han apretado con amenazas de huelga.   Ha logrado desembarazarse del todopoderoso José Bono, aquél que pretendía moverse en el Gobierno con total impunidad, un poquito por libre, un poquito bocazas, un poquito a la expectativa, por si el patrón pegaba un resbalón y había que estar ahí, para darle el empujoncito final y aterrizar en Moncloa. Se ha ido Bono calladito. Y dicen que para no volver. Qué suerte.   Ha logrado flirtear hasta la extenuación con los independentistas de Carod Rovira, aquellos que se reunieron en Perpignan con los pistoleros, sacarles el apoyo para fraguar el tripartito que llevó a Maragall a la Generalitat, Y, llegada la hora de tratar del Estatuto de Cataluña, edulcorarlo con el apoyo de CiU, todos tan amigos y ERC desalojado del gobierno. Maquiavélico.   Y ha logrado, en fin, esperanzar a parte de España a fuerza de tontear con los chicos de la serpiente, con esa audacia de Bambi irreflexivo que acude a ponerle el cascabel a un gato traicionero y embaucador que ya le ha hecho –manda huevos, que diría el otro- hasta un logotipo a la medida, con esa serpiente que abraza la rosa… ¿hasta asfixiarla? Veremos.   A Zapatero no le falta ni suerte, ni astucia, ni bemoles. De todo ello anda sobrado. Lo que le falta es una buena ‘mili’. Al menos, para pensar.

 
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