Javier Fumero

Por qué lo que ha pasado en Andalucía es un milagro

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Susana Díaz votaba este domingo en las elecciones andaluzas

Increíble pero cierto. Susana Díaz no suma. El Partido Socialista ha ganado las elecciones autonómicas en Andalucía pero, casi con toda probabilidad, se marcha a su casa. Y con ella, sufre una importante derrota a nivel nacional el mismísimo Pedro Sánchez: ni se le ocurrirá ahora adelantar las generales.

Lo que ha sucedido es un milagro. No pierdan de vista un dato apabullante: la comunidad autónoma de Andalucía es la única región que no ha conocido otro gobierno que el del PSOE desde 1978. Sólo hay un caso parecido en nuestro entorno: la región alemana de Baviera, donde gobierna la Unión Social Cristiana (CSU) desde 1947.

El PP logró ganar con Javier Arenas en 2012 pero no pudo desalojar a los socialistas del Ejecutivo, porque estos sumaron con Izquierda Unida. Desde aquella fecha se acabaron las mayorías absolutas y el PSOE necesitaba otros apoyos para gobernar. Pero ya no suma.

Vaya, vaya con Vox. Vaya subidón de Ciudadanos (que demuestra haber acertado al retirar el apoyo a Susana forzando este adelanto electoral) y qué dulce bajada de escaños la de Pablo Casado: menudo arranque presidencial en el PP.

Pero para entender la magnitud de este suceso histórico hay que valorar por qué en esta tierra el socialismo ha sido prácticamente inexpugnable durante estos cuarenta años. Llevo escuchando opiniones y análisis sobre esta cuestión. Los entendidos hablaban de tres causas fundamentales. A saber:

1. La identidad andaluza ha estado ligada al PSOE. La hegemonía del socialismo en Andalucía tiene mucho que ver con el trabajo que realizaron Felipe González y Alfonso Guerra en los años ochenta y noventa. Ellos apostaron decididamente por su tierra, alcanzaron hitos impensables para los andaluces y lograron crear ese sentido de pertenencia que perduraba hasta la fecha. El PSOE era el partido de Andalucía y los demás eran casta, usurpadores, extranjeros. Así lo veía una parte importante de la sociedad local.

2. Las carencias de la oposición. Se lo he oído decir al propio Javier Arenas: parte de la culpa de que el PSOE siguiera campando a sus anchas en Andalucía era la falta de una alternativa real, viable, ilusionante y creíble. El discurso “contra el socialismo” generaba animadversión, precisamente por el punto anterior. El PP no había logrado todavía sintonizar con el campo, los agricultores, los habitantes de las ciudades pequeñas. Hablaba para las capitales.

3. La fuerza de lo público. El sector primario (el campo) vive de las subvenciones: antes del subsidio del PER y ahora de las ayudas de la PAC. Ese votante temía la marcha del PSOE, que era todo lo corrupto que usted quiera pero permitía esos beneficios de los que ellos viven.

Por todo esto, ni el discurso de Pablo Casado, ni el de Albert Rivera, ni el de Teresa Rodríguez, ni el de Santiago Abascal parecían haber logrado erosionar ese colchón de votantes del PSOE que iba a seguir siendo la Baviera española, pero a la izquierda. Pues va a ser que no.

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