Javier Fumero

Rajoy se está partiendo de la risa

Elvira Fernández y Mariano Rajoy.
Elvira Fernández y Mariano Rajoy.

Es la palabra de moda. “Desinflamar”. En los últimos días la he escuchado en boca del ministro Fernando Grande Marlaska y del líder de Podemos, Pablo Iglesias. Desinflamar referido a Cataluña, a las actuaciones que debería promover Madrid para rebajar la tensión sobre la cuestión catalana.

Me parece sorprendente. Entiendo que es la traducción a este 2018 de aquel “rebajar el suflé” independentista que tanto se utilizó años atrás. Pero, visto lo visto, no entiendo cómo algunos siguen pensando que los extremistas, tan radicalizados desde que Puigdemont tomara las riendas del procés, vayan a volver a la sensatez gracias a gestos molones y guiños cómplices.

¿Desinflamar? ¿Cómo se conjuga este verbo? Nadie parece ya en condiciones de responder a esta pregunta. Un ejemplo lo tenemos en el ruido que se ha generado con la convocatoria de un consejo de ministros para el próximo 21 de diciembre en la ciudad condal.

Se diseñó como un acercamiento afectuoso hacia los catalanes pero allí les ha servido de excusa para convocar algaradas. Lo que se pensó como un medio para rebajar la tensión podría convertirse ahora en la mecha que haga estallar el polvorín. ¿Se imaginan a los ministros obligados por los piquetes a entrar en helicóptero en la sede elegida para la reunión del Ejecutivo? Sería un escándalo internacional.

Un escándalo y la excusa perfecta (que quizá busque conscientemente el Gobierno) para anunciar la aplicación –por segunda vez en la historia de nuestro país- del artículo 155 de la Constitución. Necesitado está Pedro Sánchez de dejar claro su distanciamiento con los independentistas porque lo contrario le ha provocado un duro varapalo en las urnas andaluzas.

Pero hay algunos miembros del Ejecutivo que parecen no estar por la labor. Ahí tienen a Margarita Robles, por ejemplo. La ministra de Defensa se desmarcó ayer con unas contundentes declaraciones que cobraban especial significado rodeada –como estaba- por uniformes de los tres ejércitos.

Cuestionó la legitimidad del presidente de la Generalitat, Quim Torra, por haber puesto la vía eslovena a la independencia como modelo para Cataluña y por permitir los cortes de carretera de los denominados Comités de Defensa de la República (CDR) sin ordenar la intervención de los Mossos.

¿Desinflamar? Toma dos tazas: “Quien alienta alteraciones del orden público, no cumple sus responsabilidades de Gobierno y favorece vías violentas no está legitimado para ostentar responsabilidad política”, dijo la ministra. Si “fruto de la iluminación o de la falta de sentido de la responsabilidad” un gobernante permite que vías públicas estén cortadas durante 15 horas, en alusión a la AP-7, “es alguien que, desde el punto de vista democrático, no está legitimado para el ejercicio de ninguna función pública”, insistió.

Mientras todo esto sucede, Mariano Rajoy se sienta frente al televisor con un bol lleno de palomitas a contemplar el espectáculo. El que pasó por afrontar la cuestión catalana como un rígido, inflexible y talibán (poco desinflamador, vamos) se ríe estos días por lo bajo mientras recuerda: “quien con niños se acuesta, mojado se levanta”.

Más en twitter: @javierfumero

 
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