La soledad de Carme

Siempre se ha comentado, sobre todo en círculos políticos y periodísticos, que “Rubalcaba es muy mal rival”. Es un adversario de armas tomar. Que se lo digan a Carme Chacón.

Desde que se convirtió en rival del ex vicepresidente del Gobierno para liderar el PSOE, Chacón ha experimentado en sus carnes lo que significa enfrentarse a un contrincante de tantas campanillas. Alguna que otra dentellada se ha llevado.

Pues bien. Ella no se ha amilanado. Ni siquiera tras la dolorosa derrota que cosechó el pasado año en Sevilla, por un puñado de votos, en unas primarias que tenía prácticamente ganadas. Algún día –por cierto- se podrá contar lo que allí sucedió.

Ahora, Carme llevaba meses jugando un discreto papel, sin exponerse demasiado, midiendo los tiempos. Sin embargo, la consulta soberanista promovida por CiU y ERC en el Congreso de los Diputados ha provocado un vuelco.

Chacón se ha tenido que retratar y lo ha hecho: decidió abstenerse, no votar, marcharse. Y se armó.

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El PSC ha tomado nota y ya le está pidiendo cuentas. Pere Navarro ha dicho que Chacón “debe analizar si su conciencia le permite continuar”. Lo mismo que le ha espetado el portavoz de los socialistas catalanes, Francesc Valls.

Es decir, que Chacón ya no tiene quien le escriba. Se ha quedado sola, sin cobijo y su principal apoyo frente a Rubalcaba. El PSC le da la espalda y quiere su acta de diputada.

Sobrecogedor. Porque ya saben: en soledad se siente más el frío.

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