Cómplices

Xi Jinping

Seguimos poniendo alfombras rojas a regímenes abominables. Y encumbrando a quienes hacen negocios allí, que tienen bastante poco de empresarios. La empresa precisa por definición de libre competencia, ilusoria en esos pestilentes Estados donde reina la iniquidad. Que alguien pretenda acumular riqueza sometiéndose a las reglas impuestas por deplorables tiranos que se ciscan en las más elementales garantías de sus ciudadanos, resulta escasamente edificante.

Los principios, para estos pancistas, no existen. Solo les mueve el maldito parné, de ahí que a falta de ética debiera al menos haber ley, por lo que no sería mala idea impedirles comerciar con esas crueles dictaduras, como en Norteamérica llevan años haciendo con pleno acierto. Encuentro impresentable que por mero interés crematístico permitamos mercadear con unos déspotas que invariablemente destinan esos beneficios a sí mismos y a los suyos, sin que alcancen jamás a las gentes míseras y oprimidas. Los desaprensivos que amasan fortuna a través de estos obscenos contubernios conocen al detalle los apaños, chanchullos y otros enjuagues corruptos por los que debe pasarse para lograr el éxito económico en esos lugares presididos por la infamia. Y tragan, porque el fin justifica los medios.

Esto sucede también con buena parte de los gobiernos democráticos. En vez de someter sus relaciones exteriores a altos criterios de orden ideológico, potenciando la extensión de las políticas basadas en la libertad y los derechos humanos, claudican ante emporios levantados sobre el abuso y la represión, sin decir ni mu a sus atrocidades. Todos tenemos en mente a superpotencias o satrapías no tan lejanas en donde a diario se desprecia al individuo y su dignidad. Y continuamos mirando para otro lado, porque la lamentable deriva geopolítica actual ha abandonado hace tiempo sus fundamentos cimentados en la decencia y convertido a los billetes en el único patrón capaz de medir el bien y el mal.

 “Una nación no es una roca, tampoco es la prolongación de uno mismo: es la causa que defiende. Es aquello que defiende cuando defender algo es lo más difícil. Ante los pueblos del mundo, permítanme ustedes que proclame en nuestro fallo aquello que defendemos: justicia, verdad, y el respeto que merece el ser humano”, se escucha declarar con solemnidad a Spencer Tracy encarnando al juez norteamericano del célebre proceso de Nuremberg contra los togados nazis.

¿Hay en la actualidad causa que defender distinta a la del dichoso dinero?, ¿la justicia, la verdad y la salvaguarda de la persona tienen ahora precio?… Algunos seguimos considerando ingenuamente que la integridad nunca debiera ceder ante una materialidad que perpetúe la indignidad. Constituye un grave deber social denunciar la contemporización que se percibe ante esa perversidad, proceda de nuestros interesados y desnortados dirigentes o de aquellos compatriotas sin escrúpulos a los que les trae sin cuidado todo esto, porque lo suyo consiste en ir solamente -y derechamente- al cajón del pan.

Vídeo del día

Detenida en Madrid una kamikaze borracha y
con un kilo de cocaína en el maletero

 

Los que padecen el yugo totalitario nos deben tener siempre como aliados, no como oportunistas cómplices o socios de sus verdugos. No podemos cejar en el empeño de liberarles de esas cadenas, combatiendo sin desmayo a las execrables oligarquías que les esclavizan y sus detestables redes clientelares, tantas veces nutridas por industriales o mercaderes sin escrúpulos que viven a nuestro lado. Si quieren ganar cuartos en el extranjero, a su disposición tienen infinidad de países respetables donde poder hacerlo, sin necesidad de contribuir a eternizar la indecencia aprovechándose de atajos putrefactos.

Por cierto, ¿y qué dice la ONU de estas cosas?…