La impresionante oferta cultural de España

Museo del Prado.
Museo del Prado.

España es el segundo país del mundo por mayor patrimonio cultural. Sean ciudades, monumentos, museos…, nuestro país tiene muchísimas instituciones que difunden cultura: unas, muy focalizadas, como el Museo del Prado y el Reina Sofía y otras, como Fundación ´la Caixa´ que proveen diversidad en oferta, contenidos, temáticas, centros y ciudades.

Cuando era niño, mis padres nos llevaban a mi hermana y a mí al Museo del Prado con muchísima frecuencia. Tanta que, cuando El Prado hizo su primera reestructuración de salas en años, me quedé desconcertado y perdido. La ubicación de la escultura de Leone y Pompeo Leoni llamada “Carlos V y el Furor”, me sirvió de punto de referencia para orientarme. Mis padres pensaban que España tiene un patrimonio cultural tan grande que, antes de salir al extranjero, debíamos (mi hermana y yo) conocer muy bien La Alhambra de Granada y la Ciudad Imperial de Toledo, por citar dos ejemplos. Y así lo hicimos. Creo es una de las mejores decisiones que mis padres, siendo niño, tomaron por mí en mi propio beneficio. Luego, ya crecidito, pude recorrer el ancho mundo, dando gracias a Dios de poder explicar a un tío en Nueva York que sí, que el MOMA es formidable, como también lo son el British Museum y el Museo Nacional de Escultura de Valladolid. 

España, en cuanto a patrimonio cultural, aparece en los primeros puestos de todos los rankings internacionales. Siempre lidera Italia, obvio, pero España y Francia andan disputándose la segunda posición. Y, en este punto, las comparaciones son odiosas, porque donde quiero fijar la atención es en España. Si viviéramos en un Matrix digital, alguien nos habría impuesto un algoritmo para que se cumpliera siempre el adagio latino, “primum vivere deinde philosophare”: cuando las sociedades -como la española y las otras de las grandes economías de Occidente- alcanzan un alto nivel de desarrollo económico, junto a la implantación del estado del bienestar (sanidad, pensiones, seguro de desempleo, dependencia, etc) está la cultura, su desarrollo, su puesta en valor y su difusión. 

Me pregunto hasta qué punto las nuevas generaciones aprecian el patrimonio cultural que tenemos los españoles. Los niños, hoy, zambullidos en Internet, los smartphones, los videojuegos, las redes sociales (no entro en “los peligros” para los niños, derivados del uso incontrolado de esos cachivaches) etc, en toda España, quizá no vean con los mismos ojos que los de mi generación, una exposición en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid o en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, por ejemplo. No opongo tecnologías de la información a la cultura. Al contrario. Las TIC -bien utilizadas- son extraordinariamente útiles para la difusión y el desarrollo de la cultura o, más bien, deberíamos decir “culturas” porque las expresiones culturales son incontables. 

Acabo de estar en el Festival de Cine de San Sebastián que, desde hace 70 años, le da muchísima vida a la ciudad y le da otorgado un estatus “cosmopolita”. Cuando estuve allí, estos días pasados, visitaron la ciudad, con motivo del festival, la actriz Juliette Binoche y el director David Cronenberg, entre otros muchos famosos internacionales del Séptimo Arte. Cito a estos dos porque me gustan mucho sus interpretaciones y sus películas, pero los medios han citado muchos otros nombres de famosos. 

Obviamente, los festivales de cine están físicamente anclados a las ciudades donde tienen lugar: la entrega de los Oscar de Hollywood a Los Ángeles (LA), el Festival de Cannes, el Festival Internacional de Cine de Venecia, etc. Y, también, gracias a las salas de cine físicas, repartidas por todo el mundo, el consumo privado de DVD y Blue-ray y la arrolladora marea de la televisión en streaming hacen que las películas estrenadas en Los Ángeles, Cannes, San Sebastián o Venecia, lleguen a todos los rincones del mundo. Evidentemente, si, como sucedió en el primer año de pandemia, una mayoría de personas está obligatoriamente confinada en su hogar, la mejor forma de visitar Segovia, el Museo del Louvre o Disneyland es Internet. Y ya veremos qué pasa con el despliegue del Metaverso en el futuro inmediato

En circunstancias normales de movilidad, si te paseas por Málaga, pues no te cuesta nada visitar la Alcazaba o el Centre Pompidou, por ejemplo. Y con este apunte llegamos al punto en que la oferta cultura es “multi” en “multitud” de sentidos. Como lo es la de la Fundación ‘la Caixa´, cuya oferta es multivariada en formatos, contenidos, expresiones artísticas, que abarcan, desde la arquitectura en sus propios edificios (las sedes de CaixaForum en bastantes ciudades de España), al cine, el teatro, las nuevas tecnologías entendidas como cultura en sí misma, la historia (siempre me viene a la cabeza Egipto porque he visitado ese país muchas veces y rara vez no hay exposiciones sobre el Egipto de los Faraones en CaixaForum), etc.  

De hecho, estableceré una analogía entre la digitalización y la concepción de la cultura por parte de La Fundación ´la Caixa´: para la Caixa -mi perspectiva, porque ésta, es una tribuna de opinión- su organización que difunde cultura es “una plataforma omnicanal”, como si de un Cultural-Digital-Omnichannel Marketplace se tratara. Solo conozco -mucho, eso sí- la sede de CaixaForum en Madrid y puede leerse al entrar: “acercamos el conocimiento a la sociedad”. Por eso digo que Fundación La Caixa, en este campo, provee una plataforma a la población que le acerca al mundo de la cultura y la ciencia. 

En Madrid (pero sé que tienen sedes en Barcelona, Palma, Zaragoza, Sevilla, etc) “ese centro cultural”, diríamos, que es CaixaForum (¡ojo, situado en el distrito cultural de la capital, junto al Museo Reina Sofía, el Prado y el Thyssen-Bornemisza) es esa plataforma omnicanal de difusión de la cultura y el conocimiento. Y su ámbito de actuación es muy amplio: música, artes plásticas y visuales, artes escénicas, pensamiento e historia, cine, arquitectura y diseño, literatura, ciencias físicas, ciencias de la vida... 

 

Es como un ecosistema de contenidos culturales y de divulgación científica, asequible para todos los públicos (he ido en familia hace años a CaixaForum, con mi madre, mi esposa y mi hija, que aún es pequeña: tres generaciones, por edad, que hemos visto exposiciones sobre cómics, la creatividad en Pixar/Disney, el Antiguo Egipto, cine…

En los últimos diez años (2012-2022) en que, con mi madre, que es profesora, mi esposa que es economista y mi hija, que disfruta cualquier forma de expresión artística, porque la niña tiene arte, hemos visto la evolución de CaixaForum. Evolución en cuanto a la ampliación del abanico de contenidos y oferta cultural; una mayor profundización en temáticas: quizá porque me fijo en lo que más me atrae, lo cierto es que ya son varias las exposiciones sobre diversos aspectos de la creatividad, del proceso creativo en Disney (películas animadas) y Pixar (películas hechas con ordenador). Al final, te encuentras con propuestas que permiten tratar una temática cultural -también la ciencia- desde diversos y nuevos, por actualizados, puntos de vista: no se hizo de la misma manera la primera película de Pixar (Toy Story, 1996) que una de las más recientes (Lightyear, 2022); simboliza el paso de la Computación a la Digitalización. 

Hay otros ámbitos culturales - también me gustan- que añaden diversidad y formatos variados: conciertos, entrevistas, danza, arte digital, teatro, óperas, poesía, cine, charlas/tertulias y documentales. Sé que “hay más cosas”: el Museo de la Ciencia CosmoCaixa, exposiciones culturales itinerantes a lugares donde no hay una sede de CaixaForum y que la música adquiere un componente social y participativo con conciertos escolares y hasta familiares.

Pienso que, todo lo previo, basado en experiencia personal no exhaustiva, responde al compromiso de la Fundación ”la Caixa” con la sociedad española, para acercar la cultura y la ciencia a la población general.

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