Que nada ponga en peligro la recuperación económica de España

En septiembre de 2013, la economía española salía de la recesión con un magro crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) del 0,1%. No cabía hablar, entonces, de recuperación propiamente dicha: hacían falta varios trimestres de crecimiento positivo de la economía para que España saliera de la crisis, tras seis años de decrecimientos del PIB y aumento del desempleo. Entre 2008 y 2014 España destruyó la mitad de los puestos de trabajo perdidos en toda la Unión Europea.

El inicio de 2015 pone sobre la mesa buenos auspicios. Por sexta vez consecutiva, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha revisado al alza las previsiones de crecimiento de la economía española: prevé una subida del 2% en 2015. Sería el crecimiento más fuerte de toda la Unión Europea, con países como Francia e Italia por debajo del 1%. Tan solo Estados Unidos (3,6%) crecería más que España.

Los últimos datos conocidos de 2014 son halagüeños, según el Banco de España y el INE. El crecimiento del cuarto trimestre ha sido mayor del esperado (0,7%), debido fundamentalmente al consumo interno de las familias. De hecho, las ventas al por menor han crecido en 2014 por vez primera desde 2008. Es como si –al menos aquellos que tienen trabajo- tuvieran algo menos de miedo a perderlo y se atrevieran a gastar más (incremento del 2,5% del consumo de familias). La campaña de Navidad fue especialmente buena: la mejor en siete años.

El empleo también ha ayudado: según la EPA del último trimestre de 2014, el número de ocupados se incrementó en 433.000 y el número de desempleados se redujo en 477.000. El número de ocupados sobrepasó los 17,4 millones de personas. Este dato es muy relevante porque –desde cualquier punto de vista- España necesita más personas cotizando a la Seguridad Social. Un ejemplo: España tiene hoy un millón más de pensionistas que antes de la crisis, pero 3,75 millones menos de empleados que antes de la recesión. O aumenta el número de cotizantes, o el sistema será inviable a medio plazo. Una buena noticia es que se ha reducido un tanto el desempleo juvenil y, sobre todo, la mitad de los nuevos contratos ha sido para mayores de cincuenta años. Es evidente que un mayor empleo redunda en el aumento del gasto. Aunque, la prioridad de los hogares es, primero, ahorrar, y segundo, mantener o buscar el puesto de trabajo.

En estos años previos de crisis, los costes laborales han descendido un 38%, de la misma manera que las bajas laborales en el sector privado decrecieron el 28%, y el 18% en el sector público: conservar el puesto de trabajo es esencial. Aunque hay sectores de actividad que, en 2014, han dado motivos para la esperanza. La automoción, con 2,4 millones de matriculaciones, convirtiendo a España en el segundo fabricante de coches de Europa y el noveno del mundo. O el turismo, que aporta el 10,9% del PIB nacional y cuyo PIB sectorial aumentó en 2014 un 2,9%. España recibió la cifra récord de 65 millones de turistas extranjeros, que se dejaron en nuestro país 63.000 millones de euros. Hasta las tecnologías de la información han dado alegrías, tras varios años de poco lustre: la venta de ordenadores ha aumentado un 34%, sobrepasando a la venta de tabletas. El mercado de consumo, la pyme y el corporativo han querido renovar sus equipos en cuanto han tenido disponibilidad económica para hacerlo.

Los hogares y las pymes se han lanzado a pedir más financiación a los bancos. La encuesta de préstamos bancarios del Banco de España (enero de 2015) muestra que, aun lentamente, cada vez fluye más el crédito. Antes, la financiación bancaria a pymes caía el 4,5%, y ahora lo hace al 1,2%. Los propios bancos buscan pymes rentables y solventes a quienes ofrecer préstamos. Y lo mismo sucede con los hogares, que se sienten más seguros porque ha aumentado en 2014 su renta bruta disponible, su capacidad de ahorro, y porque el mercado de la vivienda se ha estabilizado: aumenta el número de transacciones un 14% y se incrementa el precio de compraventa y de alquiler. Incluso el negocio de la construcción, tan hundido en años previos, creció un 2,2% en el último trimestre de 2014.

Estos pocos datos ilustran por qué los servicios de estudios de Santander, Repsol, CaixaBank-La Caixa, Funcas, BBVA y otros, apuestan por revisar al alza las previsiones oficiales de crecimiento. Probablemente, España crezca el 1,4% en 2014 –no muy lejos del 1,5% de Alemania- y el 2% en 2015. Pero Gobierno y fuentes de información independientes piensan que el crecimiento podría ser mayor. El Indicador Sintético de Actividad que elabora el Ministerio de Economía, permite predecir con seis meses de antelación la evolución de la economía: a finales de enero, ese índice nos dice que España crecería el 2,5% en 2015. Visto que, en España, la recuperación económica va acompañada de creación de empleo, el cumplimiento de estas previsiones sería muy buena noticia. El Gobierno anuncia que, en 2015, se crearán 600.000 puestos de trabajo. Esto significaría haber generado un millón de empleos en dos años (2014 y 2015).

Sería muy necesaria la estabilidad económica y política en España, para que nada empañe o haga peligrar esas posibilidades de crecimiento. La caída de los precios del petróleo ha puesto en manos de los españoles 18.000 millones de euros más, como renta disponible. No sería deseable que los riesgos geopolíticos, o de cualquier otra naturaleza, pongan en peligro la recuperación. En España, el primer riesgo es el político, en año eminentemente electoral: con tantas elecciones en 2015 (Andalucía, municipales y autonómicas, Cataluña y elecciones generales), España no puede permitirse ni la inestabilidad, ni el “cuatripartidismo” que haga ingobernable el país. España necesita cuatro años más de estabilidad política para seguir creciendo y creando empleo.

La Unión Europea tiene que ayudar. Sin embargo, hay nubarrones en el horizonte: ya antes de las elecciones griegas, el FMI estimaba el riesgo de vuelta a la recesión de la UE en un 40%. Tras las elecciones griegas, el porcentaje estadístico de probabilidad de recesión aumenta al 50%. Las agencias de calificación de riesgo (Moody’s, Fitch, Standard & Poors) sentencian que, si Grecia no paga su deuda, Europa irá derecha a la recesión. España no se lo puede permitir.

 

Estados Unidos crecerá el 3,6%, este año, y Reino Unido el 2,7%, pero no es el caso de los países emergentes que tratan con la Unión Europea: Rusia caerá en la recesión, con decrecimientos del PIB del 5%; China crece solo el 7,4% en 2014 –su peor dato en 22 años- y prevé crecer solo el 6,8% en 2015, lo que la sitúa al borde de la recesión, con su propia burbuja de crédito a punto de explotar. Brasil se está desinflando por momentos, al igual que todo el continente iberoamericano, con la excepción de México.

Al menos, las empresas están empezando a remontar el vuelo en nuestro país. En su mejor registro desde 2010, las grandes empresas españolas crecen en ingresos un 4,5% y reducen su endeudamiento a corto plazo. Grandes operaciones corporativas están teniendo lugar: la salida a Bolsa o privatización parcial de AENA, la venta que ha hecho Telefónica de O2 a Hutchison en Reino Unido, ingresando 15.000 millones de euros; la expansión norteamericana de Abertis, el centro de logística e innovación de El Corte Inglés o los beneficios récord de La Caixa-CaixaBank; Gas Natural Fenosa invierte 1.500 millones en distribución de gas. Son muy buenas noticias empresariales, como lo es que la pyme (según la Radiografía de la Pyme de SAGE y su Contexto Económico, Empresarial y Social de 2014, es el 99,88% de nuestro tejido empresarial) tiene pensado expandir ventas y empleo en 2015: al menos, una de cada dos empresas familiares y uno de cada tres autónomos así lo expresan.

La economía la mueven las empresas, que son las que crean empleo. Esperemos que no haya factores geoestratégicos ni políticos que pongan en entredicho o en peligro nuestra recuperación. Y que 2015 culmine como ha comenzado: con generación de empleo y crecimiento económico.

Jorge Díaz-Cardiel, socio director general de ADVICE Strategic Consultants. Autor de “España y Estados Unidos: recuperación y paralelismos” (2014); “De la recuperación técnica a la real” (2013), “Éxito con o sin crisis” (2012), “La reinvención de Obama” (2011) y “Obama y el liderazgo pragmático” (2010).

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