Tendencias económicas, sociales, tecnológicas y empresariales en 2022

Las tendencias (económicas, sociales, empresariales, tecnológicas, etc) en 2022 no serán radicalmente nuevas. Habrá una consolidación de las tendencias que se gestaron en 2020, con la pandemia, se han extendido por todo el planeta en 2021 y, el año que viene, se harán sólidas, muy fuertes y arraigadas. 

Habitualmente, a lo largo del siglo XX y principios del XXI los cambios de tendencias sucedían cada 8 a 10 años. Es algo muy estudiado en Sociología, acompañada de la Historia. De vez en cuando, hay acontecimientos de fuerte calado que dar lugar a un nuevo orden mundial: sucedió entre 1989, con la Caída del Muro de Berlín y 1991, con la desaparición de la Unión Soviética. Por primera vez en muchas décadas en el mundo había una sola potencia económica, militar y cultural que exportaba sus valores y costumbres al resto del planeta: Estados Unidos. 

Desde la Gran Recesión de 2007, con el estallido de la burbuja inmobiliaria, primero y la crisis derivada del covid en marzo de 2020, el mundo vive en una nueva etapa de la humanidad. La recuperación económica que vino tras la Gran Recesión fue liviana y breve: de 2015 a 2020. España no había aún recuperado los niveles de empleo previos a 2008 y, de golpe y porrazo (y confinamiento, el 13 de marzo de 2021) caímos en otra crisis económica que, en el imaginario de los españoles, era continuidad de la crisis previa de la que apenas habíamos salido. En consecuencia, sin darnos cuenta, los españoles hemos -en nuestro subconsciente- vivido una larga crisis económica desde 2008 hasta finales de 2021. Lo del “subconsciente” es un eufemismo, porque con 4,4 millones de desempleados, tasa de paro del 14,56% (dato EPA, INE) decrecimiento económico, destrucción de sectores empresariales claves como el turismo, los viajes, la hostelería, la restauración y los sueldos más bajos de la OCDE, las personas sienten la crisis económica en su propia piel, en el pago de la hipoteca, la gasolina y el recibo del gas y la luz, que se han encarecido desproporcionadamente.

Tras 15 años de crisis económica, en España -porque EEUU vivió bonanza económica entre junio de 2009 y marzo de 2020- los españoles son conscientes de nuevas realidades, no siempre positivas: el mercado laboral español es endeble. Es rígido y genera pocas oportunidades de empleo. No es cuestión de reformas laborales en un sentido (liberal y capitalista) u otro (socialista y comunista), sino de que España, en su fuero interno, en su ADN, no es un país ni de emprendedores ni empresarios. “Haberlos, haylos”, pero son minoría. ¿Arriesgarse, jugarse el patrimonio para sacar adelante un negocio? No: según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 70% de trabajadores/as desearía trabajar en la función pública, aunque el sueldo sea ridículo, porque tiene más importancia la seguridad económica del “empleo de por vida”

Tampoco en la gran empresa (33% de la fuerza laboral del sector privado) y en la pyme y la microempresa (66% de resto de empleados) hay seguridad laboral. España tiene pocas grandes empresas, solamente un 0,17% del total y no llegan a ser 4.000 firmas. Vemos en los medios de comunicación que hay continuos Expedientes de Regulación de Empleo (ERE), con independencia de las consecuencias económicas negativas que ha provocado la pandemia. España produce poco, vende poco, consume poco y, en consecuencia, las grandes empresas reducen su tamaño: se fusionan, compran otras…, y la consecuencia es la obtención de sinergias, es decir reducción de costes laborales, siempre los que “están más a mano”, toda vez que la Automatización de Procesos convierte en irrelevante muchos trabajos realizados por personas. Un ejemplo es el sector de automóvil, donde ya no hay empresas españolas sino filiales de multinacionales…, “en luna menguante” (Renault, Nissan, Volkswagen, Toyota, Seat, Skoda, Peugeot, BMW, Tesla, Audi, Mercedes…); alguna empresa española y familiar de tamaño mediano queda, como “auxiliar del automóvil”: Grupo Antolín y Gestamp, entre otras. 

La venta a entidades financieras extranjeras por parte de empresarios españoles de segunda y tercera generación, está al orden del día. En Castilla, “las familias” propietarias de empresas fabricantes de galletas (Fontaneda, Galletas Gullón, Galletas Cuétara, etc) han preferido vender a fondos de inversión (Blackstone, Blackrock, OakTree Capital, KKR, etc), que también son accionistas de grandes empresas que cotizan en el IBEX-35: hace mucho tiempo que BBVA dejó de ser un banco vasco y de Bilbao, a pesar de las apariencias, porque quienes mandan son los fondos de inversión, inversores institucionales. Que son los mismos que se están haciendo, a precio de saldo, con los activos inmobiliarios de la banca, para luego revenderlos a precio de oro.

La digitalización, la transformación digital es un fenómeno que -como la inflación- no es transitorio, sino que está para quedarse. Entre 2015 y 2020 el sector tecnológico digital estuvo sembrando para digitalizar las empresas y el sector público en España. Los resultados fueron positivos, esencialmente en las muy grandes empresas y en las Administraciones Públicas, pero faltan las pymes, microempresas y autónomos que, según el INE, en 2021 son 3.417.024 unidades o 99,83% del total. Y “de repente, como una tormenta de verano, llegó la pandemia”, escribió un servidor, que no tiene nada de poeta. Muchos directivos/as del sector TIC-Digital han afirmado que “en cinco meses, se ha avanzado en digitalización más que en cinco años”. 

A la fuerza ahorcan. España es una economía de servicios. Repito: España es una economía de servicios. Santo Tomás de Aquino escribió en la Suma Teológica que “la esencia de Dios consiste en SER”. Pues bien, la economía española no tiene servicios, sino que esencialmente, es Servicios (74% de las empresas, según DIRCE, INE, 2021). Por eso, los sectores que más peso tienen en el PIB son el comercio (24%), turismo (13% antes de la pandemia, hoy 8%) o tecnologías de información y la digitalización (8,4%), entre otros. Son sectores que generan mucha demanda de bienes y servicios, pero España no tiene ni Industria (12% del PIB) ni Agricultura (3%) para proveerlos: el 32% del PIB español proviene del sector exterior.

Los modelos económicos de los premios nobel de Economía Robert Solow, Robert Schiller, Michael Spence y Paul Romer, entre otros, que miden las ganancias de productividad y competitividad empresariales, fruto del uso intensivo de las tecnologías de la información y la digitalización parten de una premisa: el peso de la Industria en el PIB ha de ser, como mínimo, del 20%. Por eso, los casos de éxito más relevantes de la digitalización empresarial se hacen en Alemania (Industria, 33% del PIB) y EEUU (Industria, producción, manufacturas, 50% del PIB). España no cumple con esa premisa, pero, precisamente por ser una economía de Servicios, uno de los elementos de la digitalización ha triunfado en nuestro país: el teletrabajo, que evidentemente, es casi imposible aplicar a la agricultura, la ganadería y la fábrica. También, en el sector público, en España con 3,5 millones de empleados (de un total de 19,7 millones de cotizantes a la Seguridad Social) y tres niveles: estatal, autonómica y local. 

 

¿Quién está impulsando la transformación digital en España? Dos ámbitos empresariales: uno, el de la gran empresa, que es transversal en cuanto a sectores de actividad, presencia geográfica en toda España, gran número de empleados y, sobre todo por el efecto tractor que ejercen en la digitalización de los cientos de miles de pymes que dependen de esas empresas. El otro ámbito que empuja la digitalización es el propio sector tecnológico-digital.

En el caso de la gran empresa destacan, en un primer lugar, Telefónica Tech, Fundación La Caixa, El Corte Inglés, CaixaBank y Cellnex Telecom. Telefónica TECH, por ser la única multinacional española líder en TI-Digitalización, Integradora de Sistemas, con todas las soluciones digitales y capilaridad para llegar a todas las empresas y AAPP del país: Cloud-Computing, Big Data, Internet de las Cosas (IoT), Ciberseguridad e Inteligencia Artificial. 

Fundación Bancaría La Caixa, para garantizar la inclusión digital, el cierre de la brecha digital y que la transformación digital se hace con responsabilidad social empresarial (RSE), que no es cuestión baladí, porque en los países más desarrollados, digitalizados y ricos, las diferencias sociales se agrandan conforme aquellos que tienen competencias digitales triunfan profesionalmente y los demás, quedan fuera del mercado laboral. 

A Telefónica TECH y Fundación La Caixa siguen El Corte Inglés, CaixaBank y Cellnex Telecom, entre las primeras empresas que más impulsan la digitalización y la transformación digital en España, pertenecientes a las 400 más grandes empresas españolas, de todos los sectores. 

El Corte Inglés, líder en retail y distribución y comercio, por su modelo de omnicanalidad único en Europa y la transformación digital de su negocio (2014-2021), junto a la diversificación de fuentes de ingresos, fruto de su reinvención, según Plan Estratégico 2021-2026. Le siguen Inditex y Mercadona, Carrefour, Alcampo y Eroski. CaixaBank, por ser el banco más digital del mundo (IDC, Forrester, Gartner), líder del mercado español en todos los segmentos y con modelo de banca digital y omnicanal, rentable y socialmente responsable. Le siguen Banco Santander, Bankinter y Sabadell y BBVA. Y “la joya de la corona del IBEX-35”, Cellnex Telecom, líder europeo en gestión de infraestructuras de telecomunicaciones, tanto en Europa continental como en Reino Unido y que es la empresa que más ha hecho por el despliegue de 5G en Europa, desde un punto de vista de negocio y, además, es líder mundial en iniciativas ESG (Cuidado del Medio Ambiente, Responsabilidad Social y Gobierno Corporativo).

A ese grupo de empresas vanguardistas en digitalización, siguen Banco de Santander, Inditex, Mercadona, Mapfre, Meliá Hotels International, Bankinter, BBVA, Iberdrola y Naturgy, entre las grandes empresas españolas más digitalizadas, de los principales sectores de actividad. El sector TIC-Digital -obviamente-, también encabeza la transformación digital en España, como en el resto de países más desarrollados del mundo pertenecientes a la OCDE.

Desde un punto de vista social, cabe destacar que la pandemia y la crisis económica nos ha hecho más conscientes de nuestra vulnerabilidad como seres humanos. Y, de ahí, la necesidad de pedir ayuda, en dos direcciones. Por un lado, al prójimo, donde, en España, destacan la Iglesia Católica y Cáritas Española, Cruz Roja y Fundación La Caixa con programas de reinserción laboral de colectivos desfavorecidos o de voluntariado para acompañar y aliviar en su soledad a las personas mayores.

En otra dirección, paralela a la anterior, se ve un resurgir de la espiritualidad: en Occidente, hacia el cristianismo, por estar en la raíz de la historia y los valores de las sociedades europeas, anglosajonas y estadounidense. El viejo refrán de “nos acordamos de santa Bárbara cuando truena”, se aplica en este caso porque, insistimos, la pandemia y sus consecuencias sanitarias y humanas y la crisis económica, con sus consecuencias sociales y de pobreza, han hecho que muchos se acuerden más de Dios.

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