José Apezarena

Ex catalanes

Ada Colau y Carles Puigdemont, en una reunión del Pacte Nacional pel Referéndum.
Ada Colau y Carles Puigdemont, en una reunión del Pacte Nacional pel Referéndum.

Barcelona ha conseguido ser una de pocas grandes ciudades del mundo que no tiene servicio de coches con conductor, los llamados VTC. Uber y Cabify acaban de abandonarla.

En años pasados, con motivo la gran feria de los móviles, el Mobile World Congress, no pocos de los asistentes se asombraron de que en la Ciudad Condal no existiera ese tipo de servicio, común en el resto de poblaciones que suelen frecuentar por todo el mundo.

El balance de empresas que han abandonado Cataluña se acerca a las cuatro mil, incluyendo varios bancos. En este mes de enero, otras ocho más se han marchado, de Alcarràs, Barcelona, Lleida, Sabadell y Sant Cugat del Vallés.

La política catalana se ha convertido en una jaula de grillos, y de grillados, que olvida gestionar los intereses generales, cada día más perjudicados, para enzarzarse en trifulcas, discusiones, enfrentamientos, traiciones y despropósitos. Todo ello en medio de personalismos casi infantiles.

Se hace el ridículo, se da espectáculo a diario. El Parlament se encuentra paralizado y casi lo mismo ocurre con la Generalitat. Y la joya, la ciudad de Barcelona, aparece desgobernada, desorientada, apagada y entristecida. Hasta persigue a los turistas.

Y todo esto en medio de la pasividad y el silencio de la población, que aguanta lo indecible sin expresar una queja. ¿Por qué? Porque se ha implantado un ambiente de presión, cuando no extorsión, basado en calificar de antipatriota, de anticatalán, a cualquiera que se atreva a disentir. Aquí vendría a colación, quizá, lo del silencio de los corderos.

Se persigue al disidente, se multa el que no se pliega, se discrimina a ‘los otros’.

¿Dónde están los catalanes modernos, europeos, pragmáticos, civilizados, dialogantes, pactistas, moderados, dotados para la convivencia, tolerantes, eficaces… que siempre hemos creído que eran?

¿Se trataba de un espejismo? ¿Era una ficción? ¿No han existido nunca esos catalanes del seny?

 

¿O es que ahora lo que queda en Cataluña son solamente ex catalanes?

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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