José Apezarena

Tahúr del Manzanares

Adolfo Suárez (UCD) y Felipe González (PSOE).
Adolfo Suárez (UCD) y Felipe González (PSOE).

Pedro Sánchez pretende utilizar una enmienda a una ley sobre violencia de género, presentada a última hora y con nocturnidad, para modificar la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria, y anular así la potestad del Senado de frenar los Presupuestos del Estado por la vía del veto al objetivo de déficit.

Y se ha montado la mundial. Pablo Casado repite la palabra "escándalo". El PP esgrime seis sentencias del Tribunal Constitucional que, desde su punto de vista, justifican que una ley no puede ser cambiada por otra ley que no tiene en principio nada que ver con la primera. Pero el Gobierno ha encontrado, a su vez, hasta 14 enmiendas anteriores similares, algunas de ellas, por supuesto, protagonizadas por gobiernos del PP.

Albert Rivera se ha encendido. Habla de atajo del Ejecutivo, de “fraude de ley”, y de “atropello” fruto de un presidente “que no tiene escrúpulos”. Su determinación es total. “No vamos a parar, vamos a frenar este atropello”, ha dicho el líder de Ciudadanos.

Si la reforma saliera adelante en el Congreso, el PP intentará hacer valer en el Senado su mayoría, aunque, según los cálculos más probables, como mucho podría conseguir retrasar la aprobación dos meses, plazo máximo para que el Senado devuelva la ley al Congreso. Así que en el Gobierno confían en que en tres meses debería estar todo resuelto, con lo que podrían presentar los Presupuestos en diciembre o enero.

Si la iniciativa del Gobierno sale adelante, y logra dejar fuera al Senado, es evidente que el contencioso terminará en el Tribunal Constitucional. Pero entonces, dada la proverbial lentitud de tan alta institución, todo lo que decida llegará demasiado tarde. Como tantas veces, por cierto.

Así que Pedro Sánchez ha recurrido a triquiñuelas legales y de procedimiento con el fin de asegurarse que tendrá Presupuestos, y, por tanto, podrá continuar residiendo en el Palacio de la Moncloa.

Por eso, si en el PP existiera un Alfonso Guerra, tal vez no dudaría en aplicar a Pedro Sánchez el apelativo que hizo famoso el entonces número dos del PSOE, cuando llamó a Adolfo Suárez, presidente del Gobierno, "tahúr del Mississippi, con su chaleco y su reloj".

Explican los diccionarios que tahúr es un adjetivo (masculino y femenino, por cierto) aplicado a personas. Con esta definición: "Que es muy experto jugando a las cartas, los dados, etc., y lo hace con frecuencia, especialmente para apostar y ganar dinero sirviéndose de su habilidad o recurriendo al engaño y las trampas / Persona que hace trampas".

Unas trampas, si fuera el caso, que ya practicaron, como he dicho, gobiernos anteriores, incluidos los del PP.

 

Y si existiera en el PP, como digo, un Alfonso Guerra, a lo mejor modificaría un poco el apelativo que hizo famoso con Adolfo Suárez, y al actual presidente tal vez le llamaría "Tahúr del Manzanares". Por aquello de la proximidad.

Pero en el PP no hay ningún Alfonso Guerra.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

Portada
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato