La bici de Ribó

El día que Podemos se declare de izquierdas y sus líderes dejen de afirmar que su formación no tiene en cuenta esa distinción entre la izquierda y la derecha podremos proclamar la victoria de la izquierda frente a la derecha ramplona del PP. Es evidente que el PSOE puede cantar victoria porque el nuevo mapa de España va a verse ocupado en gran medida por su color rojo, en lugar del color azul del PP, pero los gobiernos municipales y regionales que se han constituido no auguran un nuevo sistema, diferente al anterior, ni presuponen un nuevo régimen que dé lugar a una nueva sociedad. Sin embargo, todo ha cambiado, y la nueva incertidumbre es si los cambios van traer consigo una nueva política y una nueva sociedad, más justas y solidarias.

El gran problema de nuestro tiempo es la desigualdad. No será desde el poder local desde el que se remedie, pero el poder local deberá protestar para que las próximas Elecciones Generales sean las que den pie a la gran transformación social: esa será la revolución del siglo XXI. Al menos esa es la esperanza que muchos albergamos, la que nos anima a seguir el camino que ha quedado esbozado tras este proceso. Los acuerdos, de la más variada índole, persiguen dar estabilidad al nuevo tiempo, incluso siguen denunciando que el poder institucional es manos de la derecha española es un arma muy peligrosa que provoca desequilibrios y desigualdad a pesar de que se camuflen las acciones emprendidas como de “mera austeridad”. ¿Será capaz esta izquierda improvisada, formada tras las últimas elecciones, de articular un nuevo sistema, incorrupto, y un nuevo régimen socioeconómico, igualitario? Lo puede y debe ser, pero siempre y cuando dejen sus componentes y líderes de porfiar por quién de ellos ha de llevar la voz cantante en tal empresa.

Sí, los tiempos parecen haber cambiado. No solo porque la conformación de los nuevos gobiernos locales haya requerido pactos y acuerdos muy diversos, sino porque los asuntos tratados en las reuniones han estado mucho más fundamentados en mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos que en la mera conquista o consolidación del poder. Ya han mostrado los periódicos imágenes esclarecedoras que no deben quedarse en meras añagazas publicitarias. Manuela Carmena, en Madrid, y Ada Colau en Barcelona, se han dejado ver en el Metro dirigiéndose a sus respectivos Ayuntamientos a trabajar. Ambas han anunciado algunas medidas, más espectaculares que otra cosa (Ada presidiendo una protesta en un desahucio, y Manuela anunciando desayunos para niños pobres), que solo serán útiles si tienen su repercusión en el B.O.E.. Igualmente otros recién elegidos han mostrado imágenes nuevas y austeras, han rebajado sus sueldos y han renunciado a sus coches oficiales y a algunas prebendas que sus antecesores habían institucionalizado. Han llegado los tiempos nuevos, anunciados por los viejos tiempos como un renacimiento inevitable, como un sustituto del caos.

Quizás la imagen más impactante la ha protagonizado Ribó, el nuevo Alcalde de Valencia, que ha llegado a su trabajo en el Ayuntamiento en su bicicleta, por otra parte una bicicleta nada sofisticada. Y no sé si habrá adelantado la noticia encaramado a su bici, pero ya ha anunciado que va a vender el Audi A8 blindado que utilizaba su predecesora Rita Barberá. Todas estas decisiones, que seguro que no pasan de ser meras anécdotas, constituyen la imagen del nuevo tiempo, consecuencia del viejo tiempo en que había quien entendía que un coche lujoso y blindado era algo imprescindible.

Así que en estas estamos ahora. Las imágenes no son lo más importante pero, algunas veces son más elocuentes que las palabras, y esa imagen de Ribó llegando al Ayuntamiento de Valencia sobre una bicicleta corriente y vulgar es extraordinariamente bella, mucho más que la que pudiera mostrarle saliendo de un Ferrari último modelo.

 
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