A Gordon Brown, primer ministro inglés, que rectifica su brusquedad habitual con su buen trato a David Cameron y al cardenal Murphy-O’Connor

El primer ministro inglés, Gordon Brown, ha sido famoso no sólo por su escasa popularidad, el pésimo momento en que tomó el Gobierno o su falta de carisma: por si fuera poco, también su brusquedad era conocida. El inglés parece rectificar ahora, un poco en la línea de emotividad del primer Tony Blair. Tras las críticas a Cameron, en las que Brown le acusaba de sacar provecho de la enfermedad de su hijo, Brown ha rectificado sabiamente a la muerte del niño. El cardenal Murphy-O’Connor, primado católico de Inglaterra, está asimismo siendo promovido por Brown a la condición de Lord, gesto al tiempo de concordia y de reconocimiento a una personalidad que ostenta un sólido liderazgo de opinión en Reino Unido. Guinda a un político que sabe rectificar.

 

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