A Manuel Marín, que lejos de armar un taco tras conocerse que Zapatero le ha prometido a Bono su silla, se echa a un lado y asegura que no va a competir

Eso se llama lealtad a los propios colores. El presidente del Congreso, Manuel Marín, ha dejado claro este martes que no le va a complicar las cosas a su partido, pese al desaire que recibió el día anterior al airearse que Zapatero le ha ofrecido su puesto a José Bono para la próxima legislatura. Marín, que podía haber montado un buen zipizape, ha asegurado en cambio que él ya no va a "competir" por ningún puesto, que con este mandato ya ha tenido "bastante", y ha pedido quedar al margen de cualquier debate sobre posibles relevos futuros. En un tono quizá algo lacrimoso, advirtió incluso: “Yo estoy para que me quieran; yo no estoy para peleas ni para competir por puestos”. El desempeño de Marín como presidente del Congreso ha tenido sus luces y sus sombras, se le ha visto en ocasiones demasiado afán de protagonismo, una actitud que, curiosamente, a quién más ha desesperado ha sido a la izquierda política española: empezando por IU (donde no lo pueden ni ver) y terminando por sus correligionarios socialistas, que apenas entienden algunos de sus comportamientos. Sin embargo, Marín termina como empezó: con deseos de colaborar y buenas intenciones. Una guinda para don Manuel.

 

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