A Begoña Errazti, presidenta de Eusko Alkartasuna, un partido más preocupado últimamente por los asesinos que por las víctimas

La tortura es una lacra en las sociedades democráticas. En este país, durante mucho tiempo, el detenido formó parte de una categoría de ciudadanos de segunda.

La tortura es una lacra en las sociedades democráticas. En este país, durante mucho tiempo, el detenido formó parte de una categoría de ciudadanos de segunda. También es cierto que no hace mucho hubo quienes confundieron ley con venganza en materia terrorista. Eusko Alkartasuna anda ahora muy preocupada por la postura del Gobierno ante las supuestas torturas que se infringen a los arrestados por colaborar o formar parte de la banda terrorista ETA. Pero son las únicas torturas que le preocupan. Eusko Alkartasuna que presenta mociones de apoyo a los asesinos de Ramón Baglietto, y acude en masa a la puerta del BEC de Baracaldo para defender los derechos democráticos de los que no condenan la violencia está hoy en día más cerca de los asesinos etarras que de las víctimas de estos. Probablemente piensen en EA que las víctimas de ETA ya no pueden ser torturadas, ni despojadas de sus derechos. Es cierto. No pueden porque los chicos a los que tanto defiende Eusko Alkartasuna los hicieron volar por los aires o caer con un tiro en la nuca, en un aciago día. Pero eso a Eusko Alkartasuna tal vez no le parece un recorte de derechos, ni una materia en la que el Gobierno deba “posicionarse de manera clara”. Esos eran ciudadanos de segunda, una simple molestia en el marco del “conflicto”. Guindilla a la mirada extraviada y cínica.

 

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