A Javier Balza, consejero de Interior del gobierno vasco, que ni oye, ni ve, ni quiere hablar de lo que ha pasado este fin de semana en Oyarzun

Podríamos colocar a Javier Balza al lado de los tres monos de la sabiduría (“no ver”, “no oir”, “no decir cosas malas”). Porque este sábado se ha hecho uno de esos homenajes a ETA en pleno monte guipuzcoano y el consejero de interior del gobierno vasco estaba más cerca del santuario Nikko (el centro religioso del Japón donde reside la escultura de los tres monos) que de su propia tierra. Enterarse sí que se enteró. Si no, no habría habido allí camuflados algunos miembros de los servicios de información de las Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado. La pregunta es por qué no se impidió o por qué no dio ningún fruto el operativo policial puesto en marcha a posteriori para intentar localizar a los tres etarras que se jactaron de la democracia, una vez más, pegando tiros al aire. La próxima vez, a lo mejor, esos tiros van dirigidos contra algún español inocente cuyo único “delito” sería no estar de acuerdo con ellos. Guindilla picante para Javier Balza. La próxima vez, que no mire para otro lado.

 

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