A Mohamed VI, Rey de Marruecos, cuyo Ejército emplea las armas de fuego como medida contra la inmigración

La inmigración ilegal es un asunto que genera quebraderos de cabeza en muchos países. No es fácil determinar qué políticas son más eficaces para remediarla. Sin embargo, Marruecos, nuestro país vecino, parece haber encontrado uno: el tiro al inmigrante. Esto es lo que se puede deducir a priori, y con los datos que se están barajando en estos momentos, tras la muerte de tres inmigrantes en la frontera de España y Marruecos, en Melilla. Dos de ellos perdieron la vida en el lado marroquí y otro en el lado español. Además, otros ocho resultaron heridos de gravedad cuando entre 50 y 70 subsaharianos intentaban saltar la valla. En algún cuerpo ya se han encontrado agujeros de balas y la munición empleada no es la utilizada por las fuerzas del orden de nuestro país. Se trata de medidas inhumanas, propias de países bananeros donde no pervive la cordura y la sensatez. Guindilla a una atrocidad a la que se debe poner fin de inmediato.

 

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