A los ciclistas implicados en la “Operación Puerto”, que tiñen de sospecha a un deporte y alejan a los patrocinadores

Una marca de vehículos de lujo se anuncia estos días predicando la necesidad que todos tenemos de estar en listas y de ser en ellas los primeros. Pero hay listas donde nunca debería estar un profesional. Ni siquiera, como último. La investigación del escándalo del dopaje en el ciclismo ha dejado fuera del Tour de Francia a un elevado número de ciclistas, muchos de primera fila, demasiados españoles. Mentiríamos al minimizar la carga de profundidad que esto supone para los aficionados al deporte de la bicicleta en nuestro país. Si, a veces, ha sido difícil despertar la ilusión y el interés de los patrocinadores por la falta de un corredor-estrella tan del gusto español, la desconfianza que siembran estos hechos tardará mucho en ser eliminada. Queremos que todos jueguen limpio en el deporte y, en primer lugar, los nuestros. Pero aquí tampoco el fin justifica cualquier medio. El tramposo sólo merece compasión… y cuartelillo. Guindilla a los ciclistas adulterados, cuando se demuestre su culpabilidad.