Carta al nuevo votante del PP

Estimado desconocido:

No me cabe la menor duda de que tu intención ha sido buena, de que lo que quieres de corazón es que las cosas vayan mejor, que esta nuestra España “vaya bien” en términos económicos y sociales. No podía ser de otra forma.

Ahora bien, creo que sin quererlo le has hecho el juego a quienes no son como tú, a los que buscan su beneficio personal sobre el beneficio común, a los que por ejemplo no creen en los servicios públicos, los cuales indefectiblemente han de funcionar mejor que los privados si son bien gestionados. Pero permíteme extenderme un poco más en este asunto:

Servicios como la educación o la sanidad son muy caros, pero financiados por todos la carga se reparte, así como sus beneficios. Los objetivos son claramente diferentes en función del origen de esta financiación. El inversor privado, como tampoco podría ser de otra forma, buscará la amortización de su dinero, de su equipo, y hará lo que sea para conseguirla de la forma más rápida y óptima para sus intereses. La filantropía no tiene cabida en este caso.

Podrás objetarme que la gestión pública es más lenta, dificultosa y en algunos casos también abierta a la corrupción de unos cuantos, pero esto no debe ser un argumento para eliminarla. Simplemente es un obstáculo que hay que superar, con medidas de control, que en absoluto son contradictorias con el propio sistema.

Aún así, insisto en que creo que has hecho lo que tu conciencia te dice que es lo correcto, aunque en mi opinión has caído en la trampa del tremendismo que en los últimos meses e incluso años nos han inoculado prácticamente todos los políticos y medios de comunicación. Los responsables económicos del sistema son indudablemente los culpables de la situación en la que nos encontramos, pero han sido lo suficientemente habilidosos para darle la vuelta a la situación y no sólo no tener que “pagar” los platos rotos sino para hacernos (hacerte) ver que la solución pasa por el ciudadano de a pie, por su sacrificio personal, por tu sacrificio personal.

Ahora acabas de votar a los portavoces, al brazo ejecutor de muchos de estos responsables económicos, que en ocasiones ni siquiera se molestan en disimular su relación directa entre sus intereses políticos, económicos y personales.

Podría seguir argumentando, pero seguramente me acusarás de utilizar tópicos, que es como se suele llamar al sentido común cuando hay intereses ocultos.

Lo siento, pero tarde o temprano (más bien lo segundo) te darás cuenta de que acabas de mandar a los pirómanos a apagar el incendio. Y al final nos quemaremos todos, o no, mejor dicho nos quemaremos los de siempre.

 

¡Suerte en la vida!

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