La DGT y sus paridas

“Cuando el diablo no tiene nada que hacer, mata moscas con el rabo”. A la DGT, tras una gran movida de vehículos durante un puente con un resultado al finalizar como el del pasado puente de este mes, siempre se le ocurre lo mismo: aumentar las multas, perseguir a los conductores y decir que van a multar a todo aquel que a ellos les apetezca, vamos que te van a multar por calzar el 45.

Miren ustedes señores de la DGT: los accidentes no se producirían si las carreteras estuvieran mejor, si cuando se prohíbe circular a los camiones durante una salida o movimiento de vehículos durante un puente o vacaciones, de verdad se les prohibiera circular y se les paralizara por completo.

Yo he podido ver cómo a pesar de esa prohibición de circular, estos mastodontes de la carretera, circulaban a su antojo ante los ojos de la Guardia Civil de Tráfico sin que estos señores hicieran nada.

No habría tantos accidentes si a quienes con sus potentes automóviles con más caballos que las praderas de Arizona, no circulasen a velocidades vertiginosas que rondan los 200 kilómetros por hora. A esos energúmenos, una multa de seiscientos euros (antes cien mil pesetas), les importa un pepino ya que quien circula en un automóvil de 12 o 15 millones de las antiguas pesetas, esa sanción le parece irrisoria.

Lo malo es que a quien se detiene en la carretera es al que circula a ciento treinta kilómetros a la hora, a quien no lleva el cinturón de seguridad puesto, etc. etc. Claro, ahora sale el nuevo director de la DGT diciendo que en los próximos meses van a poner mil multas por no llevar el cinturón de seguridad. Mire usted Sr. Director General de la DGT: me tiemblan las piernas del miedo que me ha entrado.

Lo que ustedes deben hacer es controlar un poco más el tráfico. El pasado domingo día 10 salí de la localidad de Lorca a las 12'45 y llegué a Sevilla a las 17'00. ¿Sabe cuantos agentes de trafico encontré en ese trayecto? pues a ninguno. Eso sí, pude comprobar durante unos segundos (pasaron a gran velocidad), como un BMW y un Mercedes, últimos modelos, competían como si del mundial de automovilismo se tratara. Cuando los vi acercarse me coloqué en el arcén y los dejé pasar con la esperanza de ver que mas adelante la Guardia Civil de Tráfico los tuviera detenidos y esposados, pero es que más adelante no había Guardia Civil de Tráfico.

Sr. Director Gral. de Tráfico, ponga usted la venda donde está la herida y no tres metros mas arriba.

 

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