Derecho a insultar sólo para algunos

No tengo nada en contra de los homosexuales, pero sí estoy en contra de las horteradas, la chabacanería y la ordinariez. Y eso es lo que me pareció la manifestación del orgullo gay: una mascarada indecente.

No entiendo cómo pudo asistir a la misma toda una ministra de cultura y algunos otros altos cargos a los que habría que suponer un mínimo de sensibilidad y sentido del pudor. Y menos todavía que también participaran algunos señores de la asociación de teólogos Juan XXIII, la cual se apresuró a criticar la asistencia de los obispos a la manifestación del 18-J, pero que ahora no sólo no han condenado la burlas a la Iglesia, al crucifijo y a la Virgen que se hicieron en la manifestación del orgullo gay, sino que participaron en la misma sin que se les cayera la cara de vergüenza. Ellos debieran de saber que el bien y la verdad tienen como atributo la belleza, y que no casan demasiado con el mal gusto que presidió la citada manifestación.

Sé que corro el riesgo de que se me tache de ser una homófoba y una intolerante, pero ya está bien de que a algunos colectivos se les dé cancha en todos los medios y puedan insultar impunemente, y otros no podamos decir lo que pensamos libremente.

 

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