La Economía va… tirando

El colmo de los colmos es que nos cobren comisiones por dejar nuestro dinero. Ingresamos un cheque y se quedan con parte de su nominal. Como yo defiendo la ley de la oferta y la demanda, ya me he buscado dos entidades que aplican el guarismo prohibido por Educación: cero patatero.

Me alegra saber que la economía va tan bien como dice nuestro presidente y que la banca sigue obteniendo pingües beneficios. Sin embargo, ese sector aprovecha en exceso las coyunturas favorables. Desde que se inició la escalada de tipos de interés, bancos y cajas de ahorro han repercutido de inmediato el incremento en los precios de los créditos que conceden, ya sean hipotecarios o al consumo. La velocidad que imprimen para elevar la retribución de los depósitos de sus clientes equivale, en cambio, a la del caballo del malo en un "western".

Siendo esto así, lo peor no es que se ganen la vida mediante un mayor margen financiero derivado del diferencial entre intereses activo y pasivo. Lo verdaderamente preocupante es que sean las comisiones "por servicios" las que más contribuyan al grueso de sus ganancias. La única buena noticia, en este sentido, es que uno de nuestros grandes ha resuelto dejar de aplicarlas. En las tarjetas de débito y crédito, por ejemplo, bancos y cajas cobran una comisión por su mera tenencia, habitualmente mediante el anzuelo de su gratuidad durante el primer año. Pero a mayor utilización de tarjetas, mayor volumen de comisiones para la entidad emisora, que carga además al comercio al que compramos un porcentaje de su venta, normalmente en función de su solvencia y volumen de negocio.

¿Qué ocurre? Al pequeño establecimiento se le aplica una comisión elevada, mientras que a grandes superficies y almacenes de renombre se les cobra aproximada la quinta parte de esa comisión. Menos sentido tiene aún la comisión por el uso de la banca a distancia, que comporta un gran ahorro de costes que no se traduce en una mayor retribución de las cuentas. Respecto a las comisiones "de apertura", en mi opinión lo menos ético, al pudiente se le tiende una alfombra roja, mientras que al más modesto se le castiga con comisiones de apertura que resultan en TAE vergonzantes, al operar en porcentaje sobre el capital prestado. Y ello a pesar de que el esfuerzo humano-bancario es exactamente el mismo para conceder tres mil euros que para treinta millones.

El colmo de los colmos es que nos cobren comisiones por dejar nuestro dinero. Ingresamos un cheque y se quedan con parte de su nominal. Como yo defiendo la ley de la oferta y la demanda, ya me he buscado dos entidades que aplican el guarismo prohibido por Educación: cero patatero.

 

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