Fundamentalismos del siglo XXI

Tratar de imponer las verdades religiosas, en vez de mostrarlas, es fundamentalismo religioso. Pero no es el único fundamentalismo.

Tratar de imponer las verdades religiosas, en vez de mostrarlas, es fundamentalismo religioso. Pero no es el único fundamentalismo.   Existe el fundamentalismo nacionalista o nacionalismo exacerbado, para el cual la nación de cada cual es el valor supremo al cual se supedita todo lo demás. También el fundamentalismo democrático, que se manifiesta al considerar como verdad incontrovertible, tanto en cuestiones políticas como éticas, lo que opina la mayoría.   Y no es infrecuente tampoco el fundamentalismo ecológico de los que están en contra de la utilización de abonos y pesticidas, de que se limpien los bosques y, sin base científica o experimental que lo avale, también de los cultivos transgénicos que podrían permitir acabar con el hambre del tercer mundo.   Por último, algunos científicos afirman que solo es verdad lo que se puede demostrar científicamente; yendo con ello más allá de lo que el método de la experimentación sensible permite, ya que esa afirmación no se puede demostrar científicamente; lo cual no deja de ser otra forma de fundamentalismo. Lo curioso es que muchos de los que consideran rechazable, -que lo es-, el fundamentalismo religioso, fácilmente admiten y practican alguno de los otros.

 

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