Guadalupe, Ibarra y Cañizares
"Guada - lupe", es "río - escondido" que discurre a las faldas del cerro de Altamira, de la Sierra de las Villuercas, a cuya orilla fue enterrada una milenaria imagen de la Virgen, en el s. VIII, por un clérigo sevillano que huía de los moros. Desde que fue encontrada por el cacereño Gil Cordero, en el s. XIII, está en el corazón de los extremeños. Ellos la llevaron a las Américas, en el s. XVI, donde le levantaron numerosos Santuarios. La Virgen de Guadalupe fue declarada Patrona de Extremadura en 1907 y Reina de la Hispanidad en 1928. Guadalupe es Patrimonio de la Humanidad desde 1993. Ibarra, político de gran instinto, propuso hace años que el día de la Autonomía estuviese relacionado con el de la Virgen de Guadalupe. Ha impulsado siempre el desarrollo del sentimiento extremeño, especialmente en la fiesta institucional de la Autonomía, pero subordinándolo a una conciencia nacional. Ha sido respetuoso con la Iglesia. Patrocinó la restauración de bienes eclesiásticos, no obstaculizó la enseñanza católica en los centros públicos y honró al Arzobispo Montero con la Medalla de Extremadura. En la última edición del día de la Autonomía ha hecho un discurso brillante y valiente en pro de la unidad de España, por lo que ha recibido un merecido y sonoro aplauso a nivel nacional. Entre los que han expresado su satisfacción por el patriotismo del Presidente extremeño ha estado el Primado de España, monseñor Cañizares. El Arzobispo Antonio Cañizares, de sólida doctrina, tiene ideas claras sobre las relaciones entre la Iglesia y los poderes públicos. Suena como inminente Cardenal, por haber sido colaborador del actual Pontífice. En Guadalupe recomendó a la sociedad "los valores que representamos y que invitamos a todos a compartir y vivir con respeto a los legítimas opciones de cada uno". Agradeció al Presidente Ibarra "el papel vertebrador de la unidad de España que puso de manifiesto en su discurso institucional". Estas son las buenas relaciones Iglesia - Poder Civil que deben prevalecer.
