¿Montesquieu ha muerto?

Decía Alfonso Guerra que Montesquieu había muerto, pero en realidad sólo estaba gravemente herido bajo los años del felipismo. Su muerte ha llegado finalmente de la mano de Rodríguez Zapatero, quien nombró en su día Fiscal General del Estado a un hombre eminentemente imparcial como lo era Cándido Conde Pumpido. En aras de no interferir en el proceso de negociación con ETA, se ha procedido a destituir de su cargo, de forma tan artera como indisimulada, al Fiscal Jefe de la Audiencia Nacional, Eduardo Fungairiño. Y cómo no, mentira mediante. No se trataba de "una renuncia voluntaria por motivos personales": o renunciaba voluntariamente o era cesado. Y así ha sido. Fungairiño será mal recordado por el socialismo español, especialmente por haber combatido el terrorismo de ETA mediante el estricto cumplimiento de la Ley, pero sobre todo por haber hecho lo propio con el anti-terrorimo de Estado, es decir, con los GAL. La lógica es tan sencilla que avergüenza: si el gobierno negocia con ETA y Conde Pumpido depende del gobierno, es el propio gobierno quien se carga a Fungairiño. Ha sido tal la infamia, tal la intranquilidad de conciencia, que hasta hay prisas por explicarse. Resulta que "llevamos dos años sin atentados de ETA", afirmación falsa, por otro lado. Quizá Fungairiño interfería en el "proceso de paz". ¿Es éste un Estado de Derecho? Sin división de poderes, ni Estado, ni Derecho. Lo decía el propio Otegui: "¿Lo sabe el Fiscal General?".

 

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