Obras son amores y no buenas razones

En el brindis de la cena de honor que ofreció ayer la embajada de España ante la Santa Sede a los tres nuevos cardenales españoles, la vicepresidenta Mª Teresa Fernández de la Vega, tras subrayar el “aprecio de España y su Gobierno” al Papa Benedicto, comenzó su brindis con la reflexión de San Agustín “In necessariis unitas, in dubiis libertasi, in ómnibus caritas”. (En lo esencial: unidad, en lo dudoso: libertad, en todo caridad) y, entre otras palabras señalaba que “el respeto y libertad” que forman anverso y reverso “de la moneda que hemos acuñado Iglesia y Estado a lo largo de todos estos años de democracia y que es expresión de la lealtad entre ambas instituciones”, “no podía ser de otro modo puesto que la Iglesia y el Estado buscan la realización efectiva de valores como la igualdad, la justicia, la dignidad y la paz. Valores todos ellos fundamentales del humanismo que alienta el espíritu democrático”.

Ha quedado muy bien y ójala fuera esta la realidad, pero, como dice el refrán “Obras son amores y no buenas razones”. Por qué me quiere aclarar la Sra. de la Vega ¿A que llama unidad? ¿A que llama libertad? ¿A que llama caridad? No entro en más detalles, con esto basta.

 

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