Protección a la familia

La crisis ha puesto de manifiesto la importancia de la família como medio de paliar sus consecuencias. Y también nos alierta del peligro de quiebra de la seguridad social en un futuro no muy lejano, agravado el problema por el envejecimiento de la población. Por ello otros países se han dado cuenta de la necesidad de proteger la familia y estimular la natalidad mediante incentivos económicos. Aunque no me parecen mal, dudo que sean demasiado eficaces, pues es muy poco lo que han incrementado sus índices de crecimiento demográfico.

Para que las parejas jóvenes se decidan a tener hijos no bastan las medidas de protección social ni que tengan cubiertas las necesidades materiales necesarias para ello; se precisa también capacidad de sacrificio y que su unión vaya acompañada de un compromiso de estabilidad y duración. Por desgracia la mentalidad hedonista no propicia la capacidad de sacrificio, mientras que el relativismo moral fomenta la inseguridad dificultando la disposición al compromiso. Tampoco creo que la “ideología de género”, los “matrimonios a la carta” o leyes como la del “divorcio exprés”, supongan una protección real a la familia y mucho menos favorezcan la natalidad.

 

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