Salvajada en Guecho

Tiene que ser maravilloso verse en un lujoso despacho de Vitoria, rodeado de acólitos y sirvientes y cobrando un sueldo que, por valía personal y en el mercado libre, jamás se lograría percibir. No es raro que en un ambiente así, uno se entregue a ensoñaciones voluptuosas viéndose el líder de un pueblo elegido y se anime a escribir planes de futuro embarcando en ellos a quienes -en otro ambiente- se baten a diario el cobre para pagarle el sueldo. Señores politicos del Gobierno Vasco: ¿Quién le va a pagar a mi cuñado y a mi hermana el estropicio de ayer en su casa de Guecho? ¿Y la noche pasada sin cristales y al relente? ¿Y el ataque de nervios de mi suegro? ¿Y los días que les espera hasta recuperar todo? Y como ellos, tantos y tantos... Claro que para eso tenemos al compungido alcalde, otro maestro en el arte de poner caritas de pena durante treinta y cinco minutos. Por favor no expectoren mas planes salvadores, que ya nos bastamos solos para organizarnos. Sí les pedimos en cambio, que nos dejen en paz y que de una santa vez por todas pongan a la Ertzaintza a perseguir salvajes, que nos consta (hemos hablado con ellos) que los tienen perfectamente identificados. Ya que les tenemos que pagar la poltrona a ustedes, por lo menos no estorben a quienes sólo queremos trabajar.

 

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