La amargura de Don Felipe

Tras los sucesivos desaires que se han ido sucediendo en la política española, parece que al fin tendremos gobierno. Los políticos se han ido peleando, haciéndose los olvidadizos, de rogar y los pesados hasta que al final, según parece, Rajoy será presidente del gobierno.

Así que, después de marear al Rey sin ton ni son, parece ser que todo se pone en marcha. Porque si bien mucha gente y muchos políticos desprecian o no valoran ni a la monarquía ni a nuestro monarca, es bien cierto que es una de las pocas personas que no defraudó en su cometido. Siguió, religiosamente, con sus deberes, se calló cuando debió, estuvo presente cuando se le requirió y ahora parece que todos llaman a su puerta por tal de que el Rey les solucione las formalidades y los tiempos marcados por la Constitución.

Vivimos en una época de desprestigio de nuestro sistema de democracia parlamentaria, tal vez por su inmovilismo y su falta de transparencia, pero verdaderamente, muchas veces, son el puro y absoluto reflejo de la sociedad española.

Pocos países europeos son como el nuestro, donde muchos de nosotros nos alegramos con las desdichas de los nuestros. Es un país con mucha gente rencorosa y tozuda que prefiere envenenarse a sí misma antes que dialogar… me recuerda a las afirmaciones de miembros del PSOE de “no es no” o de “jamás votaremos otra cosa que no sea no”. Pero señores ¡PIENSEN EN ESPAÑA!

Cuando se propuso a Pedro Sánchez como candidato por Su Majestad, si Rajoy rehusó de su cometido para formar gobierno, debería haber colaborado o, al menos, permitido un gobierno, dado que si él decidió pasar su testigo a otra persona.

Pero no, tras las elecciones vimos más claramente la necesidad tanto del PP; de gobernar; como del PSOE; de no perder muchos más escaños; dado a que los nuevos partidos, como Podemos les están canibalizando esos preciosos escaños que desaparecen legislatura tras legislatura de las filas del Partido Socialista.

Por tanto, volvemos a la carga, confiemos en que nuestra situación política no nos deje en ridículo ante los demás y que los representantes de los españoles sean capaces de cumplir con sus expectativas.

De momento dejemos que todo siga su curso y que estos desaires no enosombrezcan más aún nuestro panorama. Ojalá todos logren a estar a la altura de las circunstancias, como el Rey Felipe que no sé cómo no se hartó ya de andar mareado entre vaivenes políticos, desaires y esas joyitas como: “el ciudadano Felipe de Borbón”...

 

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