Un baldón para el PSOE

Viendo Zapatero un día que perdía la elección, porque todas las encuestas le iban de mal en peor, convocó a la Ejecutiva el día de la explosión de los trenes en Atocha y de esta manera habló: Compañeros, ya estáis viendo que no tenemos opción, que las encuestas me dicen que voy a ser perdedor.

Dadme vuestro parecer que estoy con preocupación. Y cada uno, a su modo, fue dándole su opinión. Pepe Bono fue el primero y, optimista, aseguró que había oído rumores que el autor de la explosión no era ETA, que era el moro y esperaba que el rumor se confirmara bien pronto y a Zapatero rogó que, en el supuesto que hubiera un vuelco a la elección, le confiara Defensa.

Y uno detrás de otro en pos, fueron dando a Zapatero su más leal opinión. Hablaron Fernández Vogue, Moratinos, Calderón... Rubalcaba hizo el silencio, el teléfono cogió y escuchando atentamente a su interlocutor, alzó los brazos de gozo y gritó a todo pulmón: ¡Hurra!, que han sido los moros los que han hecho la explosión. Seguro que, por venganza de enviar un batallón a luchar en el Irak. El PePé ha sido el traidor. Escuchadme: yo os prometo que ganamos la elección y que a Aznar damos voleta por soberbio y por felón.

Y dicho y hecho, su móvil a Polanco despertó, se movilizó la SER y a sus gentes agrupó para hostigar a las sedes del rival en votación, culpando al PePé de todo y dio un vuelco a la elección.

Esto, en pura democracia es para el PSOE un baldón.