El honor del Presidente

Allá, por el lejano Diciembre de 2011, un hombre era investido como Presidente del Gobierno de su nación. Y las palabras que dirigió desde la tribuna a su antecesor en el cargo, fueron de forma sorprendente: “Usted ha tenido un gran honor, el haber sido el presidente de un gran país, España, y yo así lo veré siempre”


Nunca en el Parlamento se habían escuchado unas palabras de tanto respeto, del que recibía el encargo de dirigir la nación, hacia el que dejaba el cargo. Y ¿por qué fueron sorprendentes para el que esto escribe, esas palabras? Pues porque la nación que dejaba era: una nación arruinada económica y moralmente, con los españoles enfrentados, en general, consecuencia de una serie de leyes, que no es cuestión de explicitar; y con el virus del separatismo aumentado en grado de pandemia con el desgraciado Estatuto aprobado en 2006. Y le salvó y le salva, ese respeto debido al honor de haber sido Presidente de la nación. Pero, ¿hizo honor, a ese honor de haber sido Presidente?


Ahora, esa misma persona que alcanzó la presidencia en aquella ocasión con mayoría absoluta; y ha continuado gobernando con una mayoría minoritaria, ha dejado de ser presidente.


¿Y cómo ha sido la despedida? En aquella ocasión el presidente saliente salió de su escaño, al igual que el electo y se saludaron en medio del hemiciclo. Hoy el presidente, no electo, ni se movió de su escaño y fue el saliente el que se acercó con educación a felicitarle, mientras que el presidente, no electo, le saludó fríamente y sin moverse.


¿Y cómo deja la nación?: rescatada de la ruina económica, principal promesa que hizo. No así de la moral pues de esta es más difícil salir, sobre todo cuando se ha sembrado y se sigue sembrando el odio, la división, el personalismo, el enfrentamiento entre sexos, y otras muchas cosas. De ésta, tendrá que salir sola la sociedad civil. Como en estos tiempos se la denomina; y con mucho más sacrificio, austeridad y esfuerzo que en lo económico.

 


Y también habiendo hecho frente a un golpe contra la nación, por aquellos ambiciosos de poder absoluto; y desde un poder delegado muy generosamente, engañando a los que debían gobernar con rectitud, y sembrando igualmente odio con palabras impostadas.


Mientras yo sea presidente España seguirá unida. Dijo el presidente saliente. Promesa cumplida.


En estos momentos, todo es decir que lo han echado, y que se ha ido por la puerta trasera. Pienso que se fue con el honor de un presidente, un honor remarcado por la “categoría” de los que lo han echado: un partido Político que en su larga trayectoria, siempre ha accedido al poder de forma turbulenta, traumática y que lo ha dejado de la misma manera; y en esta ocasión apoyado en todos aquellos que son enemigos declarados – aunque sea con palabras más o menos untuosas y aparentemente moderadas; cuando no con acciones dolorosas - de España. Y sin haber ganado elecciones.


Llegó alabando el honor de ser Presidente de la nación. Se marcha agradeciendo el haber tenido ese honor. Y se marcha con ese honor engrandecido. Me uno a unas palabras que he oído en estos días: hemos tenido dos grandes presidentes, Adolfo Suarez y Mariano Rajoy. La historia acaba siempre poniendo a cada uno en su sitio.


J. R. Pablos


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