También hay una juventud sana

La reciente sentencia del Tribunal Supremo, en la que se rechaza la orden del ministerio de Educación de pasar a segundo de bachillerato con cuatro asignaturas de primero suspendidas, supone algo más que un varapalo judicial al Gobierno: es una acusación en toda regla, de parte de las causas del fracaso escolar que se abate sobre la juventud española como una plaga bíblica, tal vez sea esta una de las causas del cambio de titular en el ministerio.

Por supuesto hay otras muchas causas, como la deficiente formación que se arrastra desde la ESO, la desmoralización de los profesores, la indisciplina de los alumnos y, acaso por encima de todo, la progresiva destrucción de los lazos afectivos en el seno de muchas familias. Si a ello se añade la ausencia de la más mínima reflexión sobre el sentido de la vida, ya tendríamos un cuadro más completo del fracaso escolar. Esto no quiere decir que no exista una juventud sana y responsable, que estudia y se esfuerza, y que, desgraciadamente, con sucesos como el de Pozuelos ante la opinión pública queda relegada a tercer plano. Sean bienvenidas iniciativas como la de la Comunidad de Madrid y el refuerzo en la autoridad del profesorado.

 

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