Aunque la mona se vista de seda, mona se queda

En los dos días finales de junio, se ha consumado una doble desvergüenza del rodillo parlamentario de socialistas y aliados. En primer lugar, la aprobación del denominado "divorcio express". Ya no se contentan con atacar a la célula básica de la sociedad, que constituye la familia sino que ahora se trata de darle la puntilla al matrimonio facilitando al máximo posible los trámites para la ruptura del mismo.

Me temo que eso está en íntima relación con la segunda desvergüenza, la equiparación de las uniones de homosexuales, - en sus dos modalidades -, con el único matrimonio posible, el de hombre y mujer. Es conocida la promiscuidad de ese "mundillo", donde el cambio de pareja está a la orden del día. No se trata de discriminar a ese colectivo, pero lo que no es " normal " no lo es, por mucho que se empeñen los defensores ultramontanos de la cursilería de lo políticamente correcto, empezando por el "inquilino" de la Moncloa.

Ya está bien de ofender la inteligencia de los españoles al afirmar que somos más "decentes" porque los "invertidos" pueden contraer matrimonio y divorciarse con toda rapidez, cuando se cansen, para volver a "repetir la jugada", cuantas veces sean precisas.

 

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