Para con la monarquía

En los últimos años hemos ido viendo como nuestro sistema democrático actual se está poniendo en tela de juicio, pero en este país sigue habiendo muy poca capacidad de autocrítica cosa que hace que mucha gente culpe a ciertas instituciones del mal funcionamiento del Estado.

Pues bien, en los últimos años de Don Juan Carlos se empezó a culpar al Rey de muchos de los males de este país, desprestigiando su imagen y tachando a los monárquicos o a aquellos que simpatizaban con el Rey de “retrógradas”. No obstante, los argumentos básicos han sido del corte de: “Un Rey no elegido no es legítimo”, “Yo no le voté”, “Una república es sinónimo de más democracia”,…

Si bien es cierto que no nos podemos parar detenidamente a analizar cada uno de estos enunciados, prefiero formular primero una pregunta sencilla: ¿Qué persona en la España de hoy sería capaz de aunar la representación de todos los españoles en su persona? ¡NADIE!

El no politizar al Jefe del Estado y el conseguir que los ciudadanos se vean representados en su persona, que modera y arbitra más allá de los partidos políticos y que goza de aquel papel aunador que le han ido depositando los siglos con el pasar de la historia, acumulando en la figura de Su Majestad el carácter representativo y carismático del que goza como el español que se entrega a los españoles. La idea que mucha gente tiene de él es de un vividor, pero el Rey es un hombre culto, trabajador, curioso y diplomático… con afirmaciones como estas se puede percibir el desinterés y la desinformación del funcionamiento de la Corona por parte de algunos miembros de la ciudadanía, que son precisamente ellos quienes elijen a sus representantes políticos para las Cortes y que hacen con su elección política el funcionamiento de la parlamentaria y legislativa del Estado.

El Rey es también un gran diplomático, además de un experto en materia del funcionamiento del Estado, del ejército y de todas las instituciones del Estado.

La garantía de su éxito reside en una vida de continuo estudio y formación, que va de la mano de la estabilidad y la certidumbre de saber que se tendrá un Jefe del Estado plenamente cualificado y formado para servir a su país durante años, sirviendo fielmente a los intereses del Estado, actuando para conseguir lo mejor para España, no a corto o a medio plazo, como algunos políticos, sino que su proyecto es a largo plazo, ya que de él depende el sobrevivir de la Corona, ya sea para bien de su país, como para bien de su familia y su heredero, que se entregan enteramente a la representación institucional del Estado.

La grandeza, la magnificencia y el prestigio acumulados es algo que la monarquía aventaja a la república, el hecho de sentir que el sistema tiene prestigio y que tantos siglos lo avalan como tal, cosa que transmite la cercanía de la que carece la figura del presidente de la República.

No obstante, cabe recordar que la Corona y Su Majestad no están en una posición privilegiada para su enriquecimiento continuo y corrupto, cosa de las que se les acusan en múltiples ocasiones, pero no obstante con el caso Nóos, pudimos ver como se hizo un mal uso de la importancia de la institución, de la Corona, por parte de alguien que quería sacar partido económico de la misma, que lo único que consigue es que el lastre que pesa ahora sobre la Familia Real y sobre la Casa de Su Majestad el Rey sea casi insoportable, haciendo que incluso pueda intoxicar el reinado de Don Felipe e incluso pueda llegar a manchar y enturbiar el futuro reinado de la Princesa Leonor.

En definitiva, aquellos que intentan atacar a la Corona, tachándola de incompetente, de “un gasto innecesario”, anticuada, inútil, tiránica,… pero de hecho es que la mayoría de la gente que postula en contra de la Casa del Rey lo hace con maldad y con resentimiento, sin valorar, ni informarse antes de su función.

 

El Rey es como el aceite que hace que los engranajes de una máquina funcionen, como la raíz del árbol, la base institucional sobre la que se asienta el Estado. El Rey, junto a todos los españoles forma parte de nuestra España, de la que somos herederos y participantes, de la que nos tenemos que sentir parte de un conjunto, donde Su Majestad es el cohesionador de las múltiples culturas que históricamente nos condujeron, a través de tantos siglos, a tener el país al que hoy podemos llamar “nuestra casa”.



¡Viva España!

¡Viva el Rey!

¡Vivan los españoles y su Rey!

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