En un país de pandereta

Ante las cámaras de Televisión de los telenoticias del día 18 y especialmente ante las fotografías de las portadas de algunos periódicos de gran difusión he sentido bochorno, más aún, vergüenza ajena. ¿Por qué? Por muchas razones: Por la desfachatez del Ministro de Justicia en el "no dimito, claro que no dimito…" después de ser cazado in fraganti en unos casos claros de faltas graves. Por enviar besos y poner en pie, además de gritarle "torero, torero" a los diputados y diputadas socialistas. Por la incongruencia de los diputados de las filas socialista, están contra los toros i contra la caza, al menos acogen en sus filas a los que lo muestran públicamente, y aclaman "torero, torero" a un empedernido y furtivo cazador. Por que sea aclamado en las Cortes un ministro de Justicia cuando acaba de demostrarse que ha cometido fraudes de ley. Pero, lo que aún considero más grave es que en los bancos, que nos mostraron las cámaras y nos muestran hoy las fotografías, dos tercios de los asientos de los bancos de los miembros del partido aclamador están vacíos.

 Por todo ello me pregunto ¿Estos son nuestros representantes? ¿Esta es la capacidad crítica de parte de nuestros diputados? Se muestran como unos fans y/o hinchas de un personaje en un evento lúdico o deportivo en vez del aplomo que en ellos cabe esperar ¿A los que no asisten a las sesiones se les descuenta el sueldo, primas y dietas a final de mes? O ¿Se ha de recordar que estamos, no sólo en crisis, sino en recensión? Desgraciadamente tengo la sensación de vivir en un país de pandereta.

     

 

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