Las prohibiciones de Salgado

Es admirable la capacidad del Estado para velar por la salud y la seguridad de "la ciudadanía" (por cierto, por ciudadano siempre entendí "persona que habita en la ciudad"; ¿quedan excluidos los habitantes de los pueblos? Campañas anti-tabaco, letreros en los centros públicos sanitarios para dejar de fumar, trípticos contra las drogas, campañas institucionales para uso del preservativo, otras para usar el cinturón de seguridad, etc. ¡Pero qué Estado más preocupado por nosotros! Parece, según los entendidos, que el tabaco es el responsable de 50.000 muertes anuales en España. Previamente, se supone que esos 50.000 enfermos han recibido tratamiento hospitalario. Ahí radica el problema: no sufragar gastos sanitarios ni de desenganche con cargo al erario público, pero seguir recaudando, vergonzosamente, ingentes masas de dinero a costa de los futuros enfermos. ¿Y respecto a los peligros del alcohol? La futura campaña advertirá de sus riesgos, pero serán los bebedores empedernidos quienes más aporten a las arcas del "Estado del Bienestar" por impuestos indirectos. Y lo que se esconde detrás de las muy "humanitarias" campañas contra los accidentes de tráfico, tres cuartos de lo mismo: Menor gasto público derivado de esos accidentes y de sus terribles consecuencias. Deberían prohibir, siguiendo la filosofía protectora de una sociedad estúpida, la radio-CD, el teléfono móvil, el novio/a acompañante, el hijo/a en el asiento de atrás, etc., pues todo ello distrae igualmente la atención del conductor y puede provocar accidentes. Tome nota de ello, Salgado. Prohíbalo todo de una vez por todas.

 

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