La visceral COPE de Losantos

Lo que el cuerpo pide la cabeza debe negarlo. Así es como mi padre me ha levantado de la cama esta mañana; oyente asiduo de la COPE parece que ya se ha dado cuenta que los derroteros Losantos-Vidal no llevan a sanos caminos, no porque el cuerpo diga que no al boicot de productos catalanes, si no por pura practicidad y sentido común, no es nada nuevo, pero sí es de resaltar que el siguiente razonamiento aparezca espontáneamente en un acérrimo de la COPE. Y Losantos, claro que no podía durar mucho la irracionalidad en un hombre de mente tan preclara. El boicot es una venganza y las venganzas se devuelven con sangre y lágrimas, sobre todo estas últimas, fingidas por aquellos que, viéndose sometidos a una presión mediática que no les corresponde por su insignificancia electoral, recordemos que ERC no llegó al 17% del voto catalán, pueden rentabilizar con creces el anticatalanismo irracional al que otros, tantos como la COPE y pocos más, están llevando a muchos españoles y, por supuesto, catalanes, que se pueden ver seducidos por los cuatro hitlers de pueblo que desafortunadamente dan el apoyo al memo de los memos y su compinche, loco y federal, Pascual Maragall. Hay que olvidarse un poco de los políticos y pensar más en los ciudadanos y la gente de a pié, en especial de los catalanes que, sin que venga nadie a comerles la cabeza, se sienten tan españoles como los de Cuenca, Sevilla o Pontevedra, porque de seguro que si todos ellos se encontraran allá por la vieja Europa o la moderna América el punto de unión sería eso que a algunos les da miedo invocar, España. Compartimos un mismo idioma, o al menos una misma base, y realmente un largo parentesco; es bastante dudoso hoy día encontrar un catalán que no tenga ni siquiera un familiar en Castellón, Jaén o Bilbao, como no es nada extraño que yo tenga familiares en Mallorca, Cantabria, Córdoba, Valladolid, Salamanca o Ávila, como así realmente sucede. Eso no quita para que cada uno tenga sus peculiaridades, su idioma propio, sus propias costumbres, leyes y fiestas, como también existen diferencias entre la Ciudad de Barcelona y la Seo de Urgell, como también ocurre entre Córdoba y Almería, entre la Tierra do Bolo y Orense o entre Álava y Guipúzcoa. Alimentar el odio, y el boicot no es más que la respuesta económica, de mercado, de ese odio irracional, no hace más que separar lo que no está separado y que como pelota de frontón puede volverse en contra, a no más tardar, en la próxima consulta popular en tierras catalanas, y los únicos que habrán ganado serán los separatistas, y también claro está, los buitres que precisan de carroña para comer, el PP y sus amigos: la COPE, Losantos y demás.

 

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