Las suicidas primarias socialistas

Como si nada. Rajoy, que no es precisamente un estadista de largo recorrido, no ha querido nunca ni oír hablar de eso de elegir candidatos por primarias. Habría que recordar aquí aquella anécdota de un rector de la Universidad de Santiago de Compostela, que en un momento de desasosiego escolar y ante una multitud de alumnos situados todavía tranquilamente frente al edificio del rectorado, alguien le sugirió que saliera a la ventana para ser vitoreado por los universitarios, a lo que el profesor Barcia, con retranca gallega, contestó:

-Y qué necesidad tengo yo de que me vitoreen.

Los socialistas están empeñados en ser vitoreados con primarias tras primarias o, lo que es lo mismo, con desgaste tras desgaste, que tendrá su culminación el próximo mes de junio, después de un ensayo general sin trajes que nos anuncian para el próximo lunes en la sede socialista de la calle madrileña de Ferraz.

Un bilbaíno de la margen izquierda, que exhibe más sentido común que preparación intelectual y cualidades gestoras, parece, de momento, descartado ante el reconocido apoyo del aparato para la sevillana Díaz o la sorprendente resurrección de un gris y descolocado aspirante, dos veces derrotado en elecciones de verdad.

Insisto, igual que las bicicletas son para el verano, las primarias son para los que las inventaron: los americanos que salían de la esquilmadora colonia impuesta por Su Majestad británica y que trataban ni más ni menos que garantizarse las exigencias de Montesquieu y no caer en un presente o futuro monopolio de los partidos. De hecho, en Estados Unidos no existen verdaderos partidos con estructuras administrativas y cada cuatro años recurren a la fórmula de primarias o de caucus para elegir un candidato y no volverse a acordar del sistema hasta cuarenta y ocho meses después. En Francia hemos visto un remedo de primarias consecuente con una oferta política presidencialista, mayoritaria y a dos vueltas, que está pasando una factura definitiva a los partidos tradicionales, léase los gaullistas afectados por la corrupción, o los socialistas inmersos en el descrédito. Para completar el cuadro nacional, tres candidatos moderados por una periodista, que no se sabe muy bien qué función desempeña en este juego, distraerán en la mañana del lunes a militantes desocupados o a observadores más o menos aburridos, en una hora que desde luego no es “prime time”, y cuando unos todavía están con el café y la tostada y otros ya con la cañita. Eso sí, al final habrá un vencedor de primarias y un perdedor seguro: el Partido Socialista.

 
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