El brexit. La marcha de Gran Bretaña. La encrucijada de Francia

Manifestación en Reino Unido contra el Brexit.
Manifestación en Reino Unido contra el Brexit.

Después de años en la Unión Europea, Gran Bretaña se nos ha marchado. Se ha ido un país creativo, moderno y tradicional a la vez, muy avanzado tecnológicamente, unido indisolublemente a la Historia de Europa, y del Mundo. ¿Qué ha pasado? Se ha escrito muchísimo intentando explicar algo que, por otro lado, ya se veía venir.

Para explicar esta decisión británica, me parece que hay que echar un vistazo a tres protagonistas: Alemania, la propia Gran Bretaña y Francia.

Hoy la Unión Europea es Alemania y era Merkel o, en adelante, quien la sustituya. Y lo digo sin sentido peyorativo.  Merkel era la única estadista europea que quedaba, pero le ha llegado el momento del retiro. La moneda europea es el marco (perdón, el euro) y el Tribunal que dirige los destinos de la Unión se antoja, en última instancia, la Corte Constitucional alemana, con sede en Karlsruhe, enfrentada en momentos clave con el, desde luego, poderoso Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Y además están los satélites de Alemania, los tradicionales y los rescatados del antiguo Imperio Soviético como, por ejemplo, Hungría y Polonia, estupendos mercados para los productos y las inversiones alemanas. Me parece que ésta es la realidad de las cosas.

Vamos a situarnos ahora en la posición de Gran Bretaña. Es uno de los países más patrióticos del mundo (basta ver la última noche de los Proms británicos), han ganado dos guerras mundiales a Alemania, en las que miles de británicos perecieron en los campos de batalla y otros tantos en las ciudades, bombardeados por los aviones alemanes. ¿Y van a obedecer ahora a Alemania? ¿Van a aceptar que las normas y los intereses germanos se impongan a Gran Bretaña?

A esto se une que Gran Bretaña es un país autosuficiente. Basta ver su historia y también su presente. Es el país de las grandes invenciones, del desarrollo tecnológico, de grandes literatos y pensadores. Y tiene la City de Londres. Y también es el país de mirar a los demás por encima del hombro: ¿vamos a estar en igualdad de condiciones con los polacos o con los españoles, puede pensar un británico? Porque no hay que olvidar que hay 400.000 extranjeros viviendo en Gran Bretaña. De esos, muchos son compatriotas nuestros. Y cuando uno va por Londres, no suele ver a los españoles en las grandes empresas tecnológicas, aunque los hay, o en los grandes emporios económicos, sino que los ve detrás del pub, o sirviendo la peculiar cerveza inglesa en la barra del bar. Y en España hay centenares de miles de británicos que en buena medida - hay también quienes aprecian realmente nuestro país y su cultura milenaria- consideran  a España como un gran “resort”, atendidos por los nativos del lugar, esto es, nosotros, los celtíberos.

No sólo el Reino Unido es un país autosuficiente, sino que además siempre va a estar apoyado por Estados Unidos (y los que crean que los yanquees están de capa caída, incluso después del tremendo episodio del asalto al Capitolio,  que recuerden su inmenso poderío económico y  Pearl Harbour y que han ganado, ellos solos, aunque sea ayudados por los ingleses o los soviéticos, dos guerras mundiales) y por los países de su antiguo Imperio colonial, para quien un británico es casi un semi-dios.

Si Francia hubiera estado en forma, probablemente Gran Bretaña se hubiera quedado. Porque Francia, en los tiempos de los grandes presidentes franceses, suponía un contrapeso a Alemania.  Pero Francia, reflejada en los presidentes de tan poco lustre que ha tenido últimamente, parece haberse entregado a los alemanes. Formalmente, las grandes potencias tienen todavía la deferencia de contar con ellos, pero cuando deben resolver un asunto relacionado con la Unión Europea, cuentan, sin duda, en primer lugar con los alemanes. El reciente Acuerdo de Inversión UE/China, muy impulsado por los alemanes, sería una prueba de ello.

¿Qué sucederá cuando Francia vuelva a tener grandes presidentes? ¿Cuándo recupere su orgullo nacional? Lo primero que harán es mirar a Gran Bretaña para ver si le va bien o mal funcionando sola. Y como le va a ir bien, sin tardar mucho,  lo siguiente que se preguntarán es: ¿Por qué yo no hago lo mismo? Porque Francia, no lo olvidemos, es también autosuficiente y, de facto, sigue teniendo un imperio colonial. Y tendrán la tentación fortísima de irse. Si lo hacen,  en ese momento, la Unión Europea habrá desaparecido. Ojalá no se llegue a esto, pero lo menos que creo debería haber es una muy profunda reflexión sobre el proyecto europeo y su futuro, en especial los equilibrios de poder,  pues tal futuro parece ahora bastante comprometido.

Luis Martínez Vázquez de Castro

 

Catedrático de Derecho Civil

Universidad Jaime I. Castellón

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