Libros con peso: “Capitalismo funeral”

El ensayista Verdú (“Capitalismo liberal”, Editorial Anagrama) ha hincado el diente a esta Gran Recesión que vivimos y ha llegado a una conclusión simple: ni crisis regulatoria de los mercados financieros, ni crisis sistémica. El mundo está patas arriba por la obsecuente imbecilidad humana, negligencia de los políticos (culpable, por cierto), la delincuencia organizada en el sistema financiero mundial, avaricia, codicia, soberbia, o sea... los pecados capitales de toda la vida.

Su último libro, “El Capitalismo funeral”, es un juego de palabras provocador que sugiere justamente que estamos ante el funeral del capitalismo, y si no en el funeral... camino de las exequias. Desde luego el capitalismo sin reglas, y el casino de los especuladores, el de los últimos veinte años, se ha acabado, o lo que se acaba es el planeta.

El subtítulo del libro es una perfecta metáfora: “La crisis o la tercera Guerra Mundial”. Sin duda un exceso, pero sugiere inteligentemente que la guerra global se ha travestido de mercados, bolsas, especulación y tráfico de dinero a la búsqueda de rentabilidad, caiga quien caiga. Los muertos y heridos son las empresas, los países, y el común de los ciudadanos, todo por millones, como en las guerras mundiales.

Caen países, caen negocios, sectores, empresas y trabajadores en la quiebra y el paro, mientras el dinero se mueve cual rayo en busca del beneficio, se esconde en paraísos fiscales, a la espera del nuevo ciclo expansivo. Corren los gobiernos en ayuda de los causantes del desastre, con el dinero del pueblo soberano, que pagará los platos rotos. ¡Magnífico!, dejemos la ética aparcada, pongamos unas vendas al sistema y a esperar el próximo desastre. 

No sabemos lo que viene, pero un sistema que de cuando en cuando trae guerras (en el siglo XX, dos mundiales), crisis como la del 29 y media docena de crisis de pronóstico reservado en la segunda mitad del siglo pasado, acompañadas de paro y miseria para millones de seres humanos, no puede ser “El sistema”. Y si el capitalismo, este capitalismo, va a seguir curándose las pulmonías repartiendo paro y miseria a espuertas, hay que hacerle una cura de caballo... o darle la boleta.

Estamos en el peor de los mundos, “lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer”, como dice el Evangelio. Sabemos de los males, pero poco de los remedios. En todo caso pagan siempre los mismos.

Empezamos el siglo XXI con resaca terrorista y una crisis económica producto de lo peor del ser humano: la codicia, la irresponsabilidad, la falta de valores, y la brutal adoración del dinero, el bíblico becerro de oro.

Se apunta un nuevo mundo horizontal, en el que Internet trastoca todo, donde la jerarquía debe ser participativa y convincente, donde se viva en valores, y no de Bolsa precisamente, donde vuelva el respeto a los seres humanos, más formados e informados, la solidaridad y la ética esencial. Se apunta pero no acaba de nacer, otra vez como en el Evangelio.

 
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