Ni la Navidad puede con lo “políticamente correcto”

Escribo esta semana sin salir de mi asombro ante un comunicado que un buen amigo mío me facilita de primera mano. En su empresa, como en tantas otras a nivel mundial, han llevado a cabo una campaña navideña de recogida de regalos. El motivo, muy loable, es que “hay miles de familias con dificultades económicas que no pueden asumir la adquisición de juguetes para sus hijos e hijas”. Pero detrás de la misión principal empieza a vislumbrarse, ya en las primeras líneas, la falsa “corrección política”, puesto que como es sabido la palabra “hijos” incluye a las niñas también y por tanto la distinción es innecesaria.

El texto sigue diciendo que los juguetes se donarán a una conocida ONG internacional. Pero -y aquí es donde viene la sorpresa- pare ello no sirve cualquier juguete. Claro que podrían recibirlos y luego hacer ellos la selección, pero no. Específicamente se exige a las personas que los donen, que los juguetes sean “no sexistas”, “no bélicos” y además “nuevos”. Y se quedan tan a gusto.

Siguiendo el comunicado, se argumenta la petición de juguetes “no sexistas” porque “es importante que las niñas y niños tengan acceso al mismo tipo de juego y juguetes independientemente de su sexo para que se familiaricen con aspectos de la realidad sin distinción de rol por diferencia de género”. Toma ya. Ni Irene Montero en un día inspirado. Material “top” de primero de podemita.

Además -continúa el texto- deben ser “no bélicos” para “evitar la violencia y fomentar la sociabilización de los niños y niñas en una cultura de paz, la educación en valores y el juego simbólico”. Es decir, nada de jugar a “polis y cacos”, porque ahí se diferencia que la policía es buena y los ladrones no, y eso no es correcto. Y mucho menos jugar a “indios y vaqueros”, que eso además de bélico seguro que es racista. O facha, vaya usted a saber.

Y el remate final… han de ser “nuevos”. No valen juguetes usados, que es lo que se ha donado toda la vida (usados, no rotos). En lugar de facilitar que las personas donen, se ponen trabas. Y el argumento esgrimido parece salido de uno de esos utópicos idearios comunistas: “no creemos que haya una infancia de primera ni de segunda categoría. Además, no podemos garantizar que un juguete sea 100% seguro a partir del momento en que se ha abierto el embalaje original”.

Se preguntarán ustedes qué hizo mi amigo al recibir el mensaje. Pues, evidentemente, no donar nada a través de su empresa y hacerlo por otro lado. Como imagino que haría la gran mayoría de lectores de esta tribuna. Muy mal estamos cuando la mal llamada corrección política se antepone a una iniciativa tan noble como una recogida de juguetes para los más desfavorecidos. Hay que eliminar esta lacra cuanto antes de nuestra sociedad. Pero para ello primero hay que sacar a sus impulsores de nuestras instituciones. Quizá la solución sea pedírselo a los Reyes. A los Magos, claro está.

Miguel Ángel Rodríguez Caveda es periodista, ganador de tres premios Emmy y presidente de la agencia internacional de comunicación 3AW.

 
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