La verja

Se está hablando del acuerdo entre España e Inglaterra sobre la verja. En este artículo voy a contar mi experiencia de aquellos años por si la historia puede servirle a alguien

Algeciras 1969

El que escribe tenía 13 años y vivía allí, percibiendo la realidad como se percibe con esa edad. 

La sociedad española era más militar que actualmente y Algeciras era una plaza estratégica importante. Por allí pasaban las tropas hacia África que venían en trenes militares y se embarcaban en el puerto rumbo al Sahara y otros lugares. Recuerdo que la ciudad estaba llena de cuarteles. Frente al parque, que sigue existiendo, y cuya parte trasera tenía una verja para separarlo de los pabellones militares, situados, como no, en la avenida Francisco Franco. Paralela a esta avenida, la calle de los cuarteles, que llevaba a la calle convento.  Mirando, a Gibraltar, a la izquierda, la residencia militar. Frente a lo que hoy es el parque que también lo era entonces, estaba el cuartel de artillería, con 5 ¿o 10?  cañones enormes, como los cañones de Navarone apuntando al estrecho y a Gibraltar. Los niños nos subíamos a caballo es sus partes más finas. Piezas fijas ancladas al suelo. 

Un terraplén, delante de ellos, que caía al almacén de intendencia, que estaba frente a lo que hoy es la explanada donde esperaban su paso del estrecho, antes de la pandemia, miles de coches de ciudadanos marroquíes, una espera larga mientras entraban en el Ferri. Para llevar mejor la espera, se sentaban en bares y restaurantes del paseo marítimo como el pollo caporal, llamado así por motivos obvios. 

Frente al parque, y hacia el centro de la ciudad se encontraban los cuarteles de infantería, avanzando, algunos dicen que el hospital militar, avanzando más, el gobierno militar. 

Bajando hacia el puerto, y en el río de la miel, había otro cuartel donde comían y pernoctaban las tropas que esperaban pasar a África. En resumen, una ciudad de militares. Aunque no exactamente, pues existía otro tipo de sociedad. Por la zona del río de la miel, aunque no recuerdo bien, se encontraba la tía Anica. Llegabas por una calle no asfaltada que se llenaba de barro si llovía, con una puerta estrechísima como las que aparecen en la película Casablanca, que se repite en Tánger. Subías una escalera muy empinada y llegabas a una habitación llena de luz y miles de productos de ensueño que no se encontraban en España. Un paraíso para cualquier mujer de aquel entonces.

Allí había de todo. Lógicamente de todo lo que no había en España, y este de todo provenía de Ceuta y Gibraltar. Era de contrabando. 

Desde por allí, los contrabandistas, en mochilas, transportaban los artículos por las serranías perseguidos por la guardia civil.

Me he reencarnado tres veces en la zona desde entonces. De lo básico, nada ha cambiado, solo que antes, el contrabando, conjuntos, galletas inglesas, te, cristalerías…se llevaba en mochilas y ahora estos productos han cambiado por algo más rentable, la droga, y se ha cambiado la mochila por la narcolancha.

 

Pasar la verja

Miles de personas pasaban cada día a trabajar a Gibraltar desde la línea, San Roque Campamento… era casi un rito.

Pero, de pronto, un día, por un quítame esas pajas, los agentes del gobierno de España, por orden de la superioridad, militar, por supuesto, pusieron una cadena y un candado en la verja. 

Cuando, después de esto, me montaba en los cañones, la cosa no era igual. A lo lejos, veía llegar a Gibraltar, dos veces al día, grandes barcos procedentes de Tánger y que la gente decía que estaban llenos de agua.

Desde mi visión de adolescente, no entendía por que se comenzaron a construir lo que, en mi segunda reencarnación, ya profesional, eran CEPSA, INTERQUISA, ACERINOX, PETRESA…. Empresas en las que trabajaban muchos de mis amigos.

En aquella situación y, por culpa del innombrable, los españoles éramos los malos. Los ingleses, como siempre, los buenos, y los llanitos se alinearon con los buenos.

Volví a la zona en una tercera reencarnación, para dar algunas conferencias. Al terminar, me iba a Gibraltar, me sentaba en una terraza, compraba cosas para la familia, y llenaba el depósito de gasolina. Después visitaba a una gran amiga llanita, a la que voy a ver si me da tiempo, cada vez que paso por Algeciras.

¿Qué pasará ahora?

Desde 1969 han pasado 51 años y parece que la vida se repite. ¿Volverá a cerrarse la verja? ¿Se terminará el comprar en Gibraltar, sentarse en una terraza, comprar gasolina más barata o viajar desde el aeropuerto que era como otro cualquiera de tu país?

No entiendo de política y no sé cómo evolucionará la cosa. Sí sé lo que sucedió entonces. Miles de llanitos tuvieron que vender a precio de saldo sus chalés en Sotogrande o San Roque, por lo que los especuladores no paraban de aplaudir la medida, se vaciaron playas como “la chullera”, y las que iban hasta Estepona, llenas de llanitos los fines de semana se cerraron restaurantes al perder la clientela gibraltareña.

La situación de la zona no es la misma ahora, pues, te pierdes como te descuides, en cualquier enlace de las autovías que unen el campo de Gibraltar con Sevilla, Málaga o Cádiz. Lo que no coincide con lo que sucedía entonces. Nada estaba urbanizado y las aldeas, o lo que fuera, eran habitadas por contrabandistas y alguna de mejor nivel, por trabajadores de Gibraltar, que quedaron en el paro al cerrarse la verja. 

De todas formas, algo habrá que hacer como se hizo aquel día con los 4778 trabajadores de Gibraltar. Parados en la zona, pueden ser carne de narcolancha.

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