El Ave María y el principio de Arquímedes

El ínclito Cayo Lara ha dicho, en referencia al ministro de educación, que éste da la misma importancia al Ave María que a las ciencias (http://www.europapress.es/comunitat-valenciana/noticia-cayo-lara-lamenta-wert-equipara-saberse-ave-maria-conocer-algebra-lomce-20130519145549.html). Qué buena ocasión para haberse callado. Creo que la observación de este político quiere decir más de lo que dice. A mi juicio, lo que realmente quería transmitir era que todos sabemos que la religión, o es mentira, o su verdad no puede demostrarse y, en cualquiera de los dos casos, la religión es algo inútil; en cambio, la ciencia es verdad porque... porque todo el mundo lo dice. La ciencia es tan verdadera que, cuando un médico no nos puede curar, la culpa es del médico, o de la falta de recursos provocados por los recortes, pero nunca de la ciencia. Para oír hablar sobre los límites de la ciencia y sobre las pifias de los científicos, ¿saben a quién hay que preguntar?: a un científico.

Pero yo no quería criticar a la ciencia. A fin de cuentas, me acaban de sacar una muela y me han dejado la boca niquelada, sin que me doliera nada, y todo gracias a la ciencia. Lo que yo quería decir es que ha de existir un equilibrio entre la educación que demandan los padres y la que oferta el Estado. La educación es un servicio público -estamos cansados de verlo estos días en pancartas y panfletos- y es el público el que lo demanda. En este sentido, me parece que es un principio democrático básico que el Gobierno y la Administración han de actuar en función de los deseos de los ciudadanos, que para eso los han puesto ahí, les pagan su sueldo y ponen encima de la mesa el presupuesto de sus chiringitos.

Y ahora viene mi gran argumento: dado que la inmensa mayoría de padres españoles quieren que sus hijos estudien religión en el colegio, ¿por qué el Estado no hace más que poner dificultades para que puedan hacerlo? ¿Y qué dificultades son esas, señor mío?, me preguntarán ustedes. Pues miren, aparte de que durante décadas se ha hecho todo lo posible para que el horario de dicha asignatura fuera el peor posible y que los profesores de religión son ahora los parias de la enseñanza, la asignatura de religión no se evalúa. ¿Me quiere usted decir qué interés va a poner un niño en una materia que da exactamente igual, en lo que a notas se refiere? Porque, no nos chupemos el dedo, lo que no se puede suspender no hace falta aprenderlo y así ha sido desde que el mundo es mundo. Pero de todos modos, ¿por qué tengo que justificar que la asignatura de religión se ha de dar en igualdad de condiciones con otras materias? la asignatura de religión se ha de dar tan bien como los padres -los clientes del Estado- quieren que se dé, y punto. Y nuestra constitución dice algo muy parecido: "Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones" (art. 27.3). Naturalmente, esto tiene sus límites: el Estado no protegería el derecho de unos padres a educar a sus hijos para que crean que poner bombas-lapa a guardias civiles es algo aceptable.

Ahggg, ya me he desahogado. He dicho lo que quería... No, aún me queda por decir algo más: si nadie quisiera que sus hijos recibieran una formación religiosa, el Estado español no tendría por qué impartirla, pero la religión no habría perdido por ello su importancia como ciencia. Y he dicho bien, como ciencia. Una ciencia humana, pero ciencia al fin y al cabo. Nuestra tradición anticlerical, que hemos exportado a Latinoamérica, ha recluido la ciencia de la teología a los seminarios, pero ningún historiador con un mínimo de objetividad puede negar la importancia que ha tenido la teología en el desarrollo de las universidades y de la cultura occidental. El problema de la existencia de Dios, de cómo es Dios, de cuál es la relación del hombre con Dios, son cuestiones de las que se han ocupado todos los pensadores que hayan ocupado algún lugar relevante en la historia del pensamiento. Hoy en día, las mejores universidades del mundo siguen teniendo departamentos de teología bien financiados, donde se publican miles de páginas cada año, sobre esos mismos problemas. La asignatura de religión (la teología) aporta un fundamento para la ética, un suelo para que no tengamos que caminar en el vacío, diciendo que los derechos humanos son buenos porque nosotros mismos hemos dicho que son buenos. La teología nos dice quiénes somos, nos hace conocer quiénes han sido nuestros antepasados, cristianos durante más de mil años. La teología, en fin, da consuelo a los creyentes -y la mayoría lo somos- que pueden descubrir en ella algún sentido al dolor de todos los días ¿Vamos a renunciar a todo eso sólo porque unos politiquillos crean que lo único que sirve es lo que se puede tocar con las manos?

Bueno, ahora sí que he terminado. Disculpen este arrebato de sinceridad.

Nicolás Zambrana Tévar.

Profesor de Derecho internacional privado de la Universidad de Navarra.

 
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