Mozilla, JavaScript y el matrimonio gay (III)

Terminado este pasaje del terror por la historia del matrimonio, me gustaría referirme al argumento básico de los que piden la regulación del matrimonio gay: la discriminación. Es un razonamiento de peso ya que la igualdad es una vaca sagrada de casi todos los Estados occidentales. Se dice que, por ejemplo, impedir casarse a un hombre y a otro hombre es idéntico a las leyes que prohibían casarse, en Norteamérica o en Sudáfrica, a un hombre negro con una mujer blanca. Sin embargo, las leyes que prohibían el matrimonio interracial no alteraban lo que era el matrimonio, sino que prohibían casarse a ciertas personas con ciertas otras en razón de su raza.

Del mismo modo, antes de la aprobación del matrimonio gay, nadie impedía a un homosexual que contrajera matrimonio, sólo se pedía que el otro contrayente fuera del sexo opuesto, del mismo modo que a nadie se le impide “comprar” a Bale o a Neymar, con tal de que disponga del capital necesario para el fichaje. Además, no hay discriminación en tratar de diferente manera lo que es diferente. La discriminación sólo existe cuando se trata a los iguales de modo desigual. Siempre desde la premisa de que el matrimonio tiene “algo” que ver con la procreación de nuevos individuos humanos y de que al Derecho le importa el matrimonio por esa razón, principalmente, no hay ninguna discriminación al regular de diferente manera una unión sexual en la que tal procreación puede tener lugar y otra unión sexual en la que tal procreación es imposible, por su propia naturaleza.

Por otro lado, ¿existe discriminación por no considerar matrimonio a la poligamia, a la poliandria, al incesto, al bestialismo, o al ménage à trois, es decir, a los tríos de toda la vida? Se suele afirmar que la poligamia no se debe permitir porque en ella la mujer está en inferioridad respecto al varón. La verdad es que, en un matrimonio con tres mujeres, pongo por caso, yo habría pensado que el que está en inferioridad es el varón pero, incluso si la mujer no hubiera aceptado voluntariamente esa situación de inferioridad, dicho status inferior no tiene por qué darse siempre, como puede verse en los “polimatrimonios” que recientemente hacen las delicias de los telespectadores estadounidenses en realities de máxima audiencia.

También se dice que el matrimonio incestuoso no debería permitirse porque uno de los contrayentes estaría en clara situación de inferioridad y porque los hijos tendrían graves taras genéticas. Me da igual: el padre podría esperar a casarse a que su hija cumpliera los dieciocho años y, respecto a cómo impedir tener hijos tontos, podrían hacer el pacto de usar siempre condón. ¿Y por qué no con animales?, ¿y por qué no entre tres o más personas, que ya se ha intentado legalmente?, ¿y por qué no con uno mismo, puesto que la relación sexual autoerótica es tan vieja como el mundo? Sin embargo, si cualquier tipo de relación es susceptible de ser un matrimonio, ¿qué es el matrimonio? Si vaciamos al matrimonio de todo lo que era hasta hace poco, ¿qué es el matrimonio?

El Derecho ha encontrado formas jurídicas apropiadas para proteger los tipos de relaciones que eran beneficiosos para la sociedad, pero se han quedado muchos tipos de relaciones sin regular, no por discriminación, sino porque para el Derecho, regular la amistad, por ejemplo, es ridículo, por mucho que dos amigos se quieran y por mucho que deseen hacer un “pacto de amistad”, o lo que sea, para equipararse a otras parejas que también se quieren mucho.

 
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