Mozilla, JavaScript y el matrimonio gay (I)

Hace unas semanas se produjo en USA lo que muchos han visto como una caza de brujas contra Brendan Eich, consejero delegado de Mozilla e inventor del popular lenguaje de programación JavaScript (http://www.elmundo.es/tecnologia/2014/04/04/533e583e22601d851b8b456a.html). Pocos días después de su toma de posesión en la compañía tecnológica, varios sitios webs le acusaron de homofobia por haber donado dinero a la campaña que intentaba cerrar el paso al matrimonio gay en California, llamando a todo el mundo a desinstalar el programa Mozilla de sus ordenadores. Eich dimitió y la empresa pidió perdón, suponemos que sinceramente. Más que un caso de homofobia, éste parece uno sobre el legítimo empleo de la libertad ideológica (art. 16 de nuestra Constitución), pues si votar en contra del PP siempre significara que se odia a Rajoy y a sus seguidores, cada día habría en España muchos millones de delitos de Rajoyofobia

De todos modos, pienso que a los muchos que pensamos que regular el matrimonio entre personas del mismo sexo es como regular el comercio con Marte no se nos puede tachar de homófobos, ni en el sentido de estar en contra de los homosexuales, ni de la homosexualidad, ni de las relaciones homosexuales en sí. Yo, en concreto, creo que no conozco más que a un gay, un profesor mío, muy bueno, que un día me dijo que su novio era venezolano. Por eso, en caso de que yo odiara a los gays, forzosamente tendría que odiar a gente que no conozco de nada y por características que podría asumir que tienen, pero que no he comprobado personalmente.

En cuanto a la homosexualidad, he oído decir que lo peor que se puede decir sobre ella es que se trata de una enfermedad mental. Pues bien, no soy médico, así que tampoco puedo manifestarme al respecto, aunque también he escuchado que, más allá de la polémica sobre la votación en la que un puñado de psiquiatras decidieron que YA no era una enfermedad mental, hoy en día dichos psiquiatras parecen ser la gran mayoría (y a los que piensen de manera distinta, que Dios se la depare buena). Pero en fin, no existe ninguna definición oficial de enfermedad mental, sólo listas de enfermedades mentales; y lo último que he oído al respecto es que la asociación de psiquiatras de Estado Unidos, recientemente, no ha considerado contrario a la ética profesional el tratar a un homosexual para que deje de serlo, si él mismo lo solicita.

Por último, estar en contra de que se regule el matrimonio gay, sosteniéndolo con argumentos jurídicos, nada tiene que ver con estar en contra de las relaciones homosexuales. En efecto, el matrimonio entre personas del mismo sexo no implica que los contrayentes sean homosexuales y además existen muchos homosexuales que, por razones éticas o no, no quieren mantener relaciones eróticas con personas de su mismo sexo; en concreto, Jean-Pier Delaume, uno de los líderes de la manif por tous -el movimiento por la familia en Francia- es gay.

También existen personas que se reconocen heterosexuales –no homosexuales ni bisexuales- y que en ocasiones practican el sexo homosexual. Podría llegar un día en que el matrimonio gay se hiciera tan absolutamente habitual que incluso se extendiera entre los heteros, como medio de que al morir uno de los miembros del “matrimonio”, el cónyuge supérstite pudiera heredar sin problemas y además tuviera derecho a una pensión de viudedad.

Por eso, repito, criticar la inoportunidad de regular una relación como la de las parejas del mismo sexo, por considerar que no tiene nada que ver con el matrimonio heterosexual, no puede considerarse como un acto de homofobia, sino como una mera opinión, un legítimo acto de discordancia y de participación en la vida social política, igual que se puede criticar que haya democracia o que haya demasiada poca democracia.

 
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